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lunes, 16 de junio de 2014

SOLEMNIDAD SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - DOMINGO 22 DE JUNIO 2014



SOLEMNIDAD DEL SANTISIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO


PRIMERA LECTURA

Te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres

Lectura del libro del Deuteronomio 8, 2-3. 14b-16a
Moisés habló al pueblo, diciendo:
el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones: si guardas sus preceptos o no.

Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo vive el hombre de pan, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios.
No te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres.»

Palabra de Dios.


Salmo responsorial
Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20 (R.: 12a)

R. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.

Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. R.
Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R.


SEGUNDA LECTURA
El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 16-17
Hermanos:
El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?
El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque-que comemos todos del mismo pan.

Palabra de Dios.


Aleluya Jn 6, 51
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo -dice el Señor-; el que coma de este pan
vivirá para siempre.


EVANGELIO

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 51-58
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

-«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Disputaban los judíos entre sí:
-«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo:

-«Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.

Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre. »

Palabra de Dios

REFLEXION DE LAS LECTURAS SEGUN EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA




Formamos todos un solo cuerpo, porque comemos de un mismo pan”

I. LA PALABRA DE DIOS

* Deut 8,2-3.14b-16a.: “Te alimentó con el maná, que tú no
conocías ni conocieron tus padres”

* Sal 147,12-13.14-15.19-20: “Glorifica al Señor, Jerusalén”

* 1Co 10,16-17: “El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos,
formamos un solo cuerpo”

* Jn 6,51-59: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera
bebida”

II. APUNTE BÍBLICO-LITÚRGICO

* El recuerdo del Éxodo y de la estancia en el desierto marcaría el
final de la etapa que había empezado en el
monte Horeb y el comienzo de la que comenzaría en Moab. Había que
recordar al pueblo la necesidad de ser fiel
a la Palabra; así, la Palabra da la vida (Te alimentó con el
maná....para enseñarte “que no sólo de pan vive el
hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”) El maná
sería el signo de la obediencia a la Palabra.

* El Evangelio es un fragmento de la segunda parte del Discurso sobre el Pan
de Vida. Todos coinciden en que
tiene todo él una fuerte carga eucarística, pero con una notable
diferencia: mientras en la primera parte, Jesús
emplea un lenguaje más simbólico; en la segunda tiene un matiz más
sacramental.

III. SITUACIÓN HUMANA

* El hombre de hoy, ahíto de muchas cosas, no suele sentir necesidad de
nada, porque cree que tiene todo bien
cubierto. Llena sus vacíos con aquello en que abunda. Pero sigue sintiendo
hambre, porque no ha aplicado el
remedio justo. No lo confiesa, pero en el fondo es hambre de plenitud. Y eso
no se llena con lo que el hombre
cree tener de sobra.

IV. LA FE DE LA IGLESIA
* La fe

_ La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida eclesial:
“``La Eucaristía es fuente y cima de toda la vida cristiana. Los
demás sacramentos, como también todos los
ministerios eclesiales, y las obras de apostolado, están unidos a la
Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada
Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es
decir, Cristo mismo, nuestra Pascua'' (PO
5)” (1324; cf 1325-1327).
_ Nombres de este Sacramento: Eucaristía (1328); Banquete, Fracción
del pan, Asamblea Eucarística (1329);
Memorial de la Pasión, Santo Sacrificio, Santa y divina Liturgia (1330);
Comunión (1331); Santa Misa (1332).
_ Los  signos del pan y del vino: 1333-1336.

* La respuesta

_ “Tomad y comed...”: La comunión:
“El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el
Sacramento de la Eucaristía. ``En verdad os digo que
si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su Sangre, no
tendraéis vida en vosotros''” (1384; cf 1385-
1390).
_ Frutos de la Comunión: 1391-1401.

* El testimonio cristiano

_ “``La Eucaristía significa y realiza la comunión de vida con Dios
y la unidad del pueblo de Dios por las que la
Iglesia es ella misma. En ella se encuentra a la vez la cumbre de la
acción, por la que, en Cristo, Dios santifica al
mundo, y del culto que en el Espíritu Santo los hombres dan a Cristo por
el Padre'' (CdR, inst. ``Eucharisticum
mysterium'', 6.)” (1325; cf 1355).

Se ha quedado, no porque necesite de nosotros, sino porque nosotros le
necesitamos a Él; se nos da como
alimento, porque pereceríamos de “hambre” en nuestro peregrinaje; se
nos ha entregado en sacrificio, porque la
perpetuación del Sacrificio del Calvario actualiza la Redención.

Predicador del Papa: "Los dos cuerpos de Cristo"

Comentario del padre Cantalamessa a la liturgia del próximo domingo

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Deuteronomio 8,2-3.14b-16a; 1 Corintios 10, 16-17; Juan 6, 51-59

Los dos cuerpos de Cristo
En la segunda lectura san Pablo nos presenta la Eucaristía como misterio de comunión: "El cáliz que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?". Comunión significa intercambio, compartir. La regla fundamental de compartir es ésta: lo que es mío es tuyo, y lo que es tuyo es mío. Probemos a aplicar esta regla a la comunión eucarística y nos daremos cuenta de la "enormidad" del tema.
¿"Qué tengo yo específicamente 'mío' "? La miseria, el pecado: esto es exclusivamente mío. ¿Y qué tiene "suyo" Jesús que no sea santidad, perfección de todas las virtudes? Entonces la comunión consiste en el hecho de que yo doy a Jesús mi pecado y mi pobreza, y Él me da su santidad. Se realiza el "maravilloso intercambio", como lo define la liturgia.
Conocemos diversos tipos de comunión. Una comunión bastante íntima es la que se produce entre nosotros y el alimento que comemos, pues éste se hace carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre. He oído a madres decir a su niño, estrechándole hacia su pecho y besándole: "¡Te quiero tanto que te comería!".
Es verdad que la comida no es una persona viva e inteligente con la que podemos intercambiar pensamientos y afectos, pero supongamos por un momento que lo fuera. ¿acaso no se tendría la perfecta comunión? Pues es lo que precisamente sucede en la comunión eucarística. Jesús, en el pasaje evangélico, dice: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo... Mi carne es verdadera comida... El que come mi carne tiene vida eterna". Aquí el alimento no es una simple cosa, sino una personas viva. Se tiene la más íntima, si bien la más misteriosa, de las comuniones.
Observemos qué sucede en la naturaleza, en el ámbito de la nutrición. Es el principio vital más fuerte el que asimila al menos fuerte. Es el vegetal el que asimila al mineral; es el animal el que asimila al vegetal. También en las relaciones entre el hombre y Cristo se verifica esta ley. Es Cristo quien nos asimila; nosotros nos transformamos en Él, no Él en nosotros. Un famoso materialista ateo dijo: "El hombre es lo que come". Sin saberlo dio una definición óptima de la Eucaristía, gracias a la cual el hombre se convierte verdaderamente en lo que come, esto es, ¡en el cuerpo de Cristo!
Leamos cómo prosigue el texto inicial de san Pablo: "Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan". Está claro que en este segundo caso la palabra "cuerpo" no indica ya el cuerpo de Cristo nacido de María, sino que nos indica a "todos nosotros", indica aquel cuerpo de Cristo más amplio, que es la Iglesia. Esto significa que la comunión eucarística es siempre también comunión entre nosotros. Comiendo todos del único alimento, formamos un solo cuerpo.
¿Cuál es la consecuencia? Que no podemos tener verdadera comunión con Cristo si estamos divididos entre nosotros, nos odiamos, no estamos dispuestos a reconciliarnos. Si has ofendido a tu hermano, decía san Agustín, si has cometido una injusticia contra él, y después vas a recibir la comunión como si nada hubiera pasado, tal vez lleno de fervor ante Cristo, te pareces a quien ve llegar a un amigo al que no ve desde hace mucho tiempo. Corre a su encuentro, le echa los brazos al cuello y se pone de puntillas para besarle en la frente. Pero al hacer esto no se percata de que le está pisando los pies con su calzado embarrado. Los hermanos, en efecto, especialmente los más pobres y desvalidos, son los miembros de Cristo, son sus pies posados aún en la tierra. Al darnos la sagrada forma, el sacerdote dice: "El cuerpo de Cristo", y respondemos: "¡Amén!". Ahora sabemos a quién decimos "Amen", o sea, sí, te acojo: no sólo a Jesús, el Hijo de Dios, sino también al prójimo.
En la fiesta del "Corpus Domini" no puedo ocultar un pesar. Hay formas de enfermedad mental que impiden reconocer a las personas cercanas. Es cuando hay quien grita durante horas: "¿dónde está mi hijo? ¿dónde está mi esposa? ¿qué fue de ellos?", y tal vez el hijo o la esposa están ahí, le toman de la mano y le repiten: "Estoy aquí, ¿no me ves? ¡Estoy contigo!". Así le ocurre también a Dios. Los hombres, nuestros contemporáneos, buscan a Dios en el cosmos o en el átomo; discuten si hubo o no un creador en el inicio del mundo. Seguimos preguntando: "¿Dónde está Dios?", y no nos percatamos de que está con nosotros y se ha hecho comida y bebida para estar aún más íntimamente unido a nosotros. Juan el Bautista debería repetir tristemente: "En medio de vosotros hay uno a quien no conocéis". La solemnidad del "Corpus Domini" nació precisamente para ayudar a los cristianos a tomar conciencia de esta presencia de Cristo entre nosotros, para mantener despierto lo que Juan Pablo II llamaba "estupor eucarístico".
[Traducción del original italiano por Marta Lago]



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