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miércoles, 7 de octubre de 2015

"En tu presencia cada día" - para el Miércoles 7 de Octubre 2015

MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXVII
Del Común de la Santísima Virgen María.

7 de octubre

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO. (MEMORIA)

Esta conmemoración fue instituida por el papa san Pío V en el día aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la batalla naval de Lepanto (1571), victoria atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario. La celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios. 


LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen. 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: RESPLANDECIENTE DE ALEGRÍA.
Resplandeciente de alegría,
amargo mar de los pesares,
vestida de gracia y de gloria,
te cantamos, oh Virgen María.

Gozosa cuando a Dios concibes,
cuando anhelante das el fruto,
cuando lo ofreces y lo pierdes,
al Hijo, que es la luz del mundo.

Salve, primera de los mártires,
en el dolor de tu martirio;
tu corazón supo de espinas.
tu alma de cruces y de lirios.

Reina de gloria refulgente,
Madre fecunda de la Iglesia,
cuando las llamas del Paráclito
del mundo ardieron las tristezas.

Recoged las Aves Marías
para un rosario de azucenas;
cantad a María alabanzas,
que es Madre de eterna belleza. Amén.
SALMODIA
Ant 1. De María nació Jesús, que es el Mesías.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. De María nació Jesús, que es el Mesías.

Ant 2. Unidos a ti, Madre, bendecimos al Señor, que al morir nos puso como hijos bajo tu cuidado.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Unidos a ti, Madre, bendecimos al Señor, que al morir nos puso como hijos bajo tu cuidado.

Ant 3. La Virgen María ha sido glorificada por encima de los coros de los ángeles y lleva una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. La Virgen María ha sido glorificada por encima de los coros de los ángeles y lleva una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
LECTURA BREVE   Is 61,10
Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se adorna con sus joyas.
RESPONSORIO BREVE
V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. El Señor está contigo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Madre dichosa, Virgen intacta, Reina gloriosa del mundo: haz que sintamos tu protección los que hoy celebramos esta fiesta en tu honor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 
Madre dichosa, Virgen intacta, Reina gloriosa del mundo: haz que sintamos tu protección los que hoy celebramos esta fiesta en tu honor.
PRECES
Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.

Sol de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente,
haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

Palabra eterna del Padre, tú que elegiste a María como arca de tu morada,
líbranos de toda ocasión de pecado.

Salvador del mundo, que quisiste que tu Madre estuviera junto a tu cruz,
por su intercesión concédenos compartir con alegría tus padecimientos.

Señor Jesús, que colgado en la cruz entregaste María a Juan como madre,
haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres

Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:
Padre nuestro...

ORACION
Señor, que por el anuncio del ángel nos has hecho conocer la encarnación de tu Hijo, infunde tu gracia en nosotros y concédenos, por la intercesión de la Santísima Virgen María, que podamos alcanzar, por la virtud de la pasión y de la cruz de tu Hijo Jesucristo, la gloria de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.


Miércoles de la vigésima séptima semana del tiempo ordinario

Libro de Jonás 4,1-11. 
Jonás se disgustó mucho y quedó muy enojado.
Entonces oró al Señor, diciendo: "¡Ah, Señor! ¿No ocurrió acaso lo que yo decía cuando aún estaba en mi país? Por eso traté de huir a Tarsis lo antes posible. Yo sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para enojarte y de gran misericordia, y que te arrepientes del mal con que amenazas.
Ahora, Señor, quítame la vida, porque prefiero morir antes que seguir viviendo".
El Señor le respondió: "¿Te parece que tienes razón para enojarte?".
Jonás salió de Nínive y se sentó al este de la ciudad: allí levantó una choza y se sentó a la sombra de ella, para ver qué iba a suceder en la ciudad.
Entonces el Señor hizo crecer allí una planta de ricino, que se levantó por encima de Jonás para darle sombra y librarlo de su disgusto. Jonás se puso muy contento al ver esa planta.
Pero al amanecer del día siguiente, Dios hizo que un gusano picara el ricino y este se secó.
Cuando salió el sol, Dios hizo soplar un sofocante viento del este. El sol golpeó la cabeza de Jonás, y este se sintió desvanecer. Entonces se deseó la muerte, diciendo: "Prefiero morir antes que seguir viviendo".
Dios le dijo a Jonás: "¿Te parece que tienes razón de enojarte por ese ricino?". Y él respondió: "Sí, tengo razón para estar enojado hasta la muerte".
El Señor le replicó: "Tú te conmueves por ese ricino que no te ha costado ningún trabajo y que tú no has hecho crecer, que ha brotado en una noche y en una noche se secó,
y yo, ¿no me voy a conmover por Nínive, la gran ciudad, donde habitan más de ciento veinte mil seres humanos que no saben distinguir el bien del mal, y donde hay además una gran cantidad de animales?".



Salmo 86(85),3-4.5-6.9-10. 
Tú eres mi Dios: ten piedad de mí, Señor,
porque te invoco todo el día;
reconforta el ánimo de tu servidor,
porque a ti, Señor, elevo mi alma.

Tú, Señor, eres bueno e indulgente,
rico en misericordia con aquellos que te invocan:
¡atiende, Señor, a mi plegaria,
escucha la voz de mi súplica!


Todas las naciones que has creado
vendrán a postrarse delante de ti,
y glorificarán tu Nombre, Señor,

porque tú eres grande, Dios mío,
y eres el único que hace maravillas.



Evangelio según San Lucas 11,1-4. 
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos".
El les dijo entonces: "Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino;
danos cada día nuestro pan cotidiano;
perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación". 

LECTURAS: JON 4, 1-11; SAL 85; LC 11, 1-4

Jon. 4, 1-11. El camino que nos lleva a la perfección puede causarnos demasiados problemas; pues, por desgracia, a veces no entendemos sino a base de grandes golpes que nos sientan a reflexionar sobre lo que en realidad es Dios y lo que nos imaginamos, equivocadamente de Él. A veces no quisiéramos dejar actuar a Dios; más aún: quisiéramos un dios a la medida de nuestros intereses, de nuestros pensamientos, de nuestros egoísmos religiosos para manipularlo a nuestro antojo. Pero Dios se escapa de cualquier trampa que le tendamos y nos manifiesta que, así como Él ama a todos sin distinción, así hemos de amarnos unos y otros. ¡Qué alegría tan grande hay en el cielo por un sólo pecador que se convierte! Pero el hermano mayor siempre se enoja porque el hermano menor retorna a casa, derrotado por sus anhelos equivocados, sin darse cuenta que también él ha sido derrotado por sus imaginaciones equivocadas acerca de aquellos que son amados de Dios. A veces nos entristecemos más porque desaparece aquello que nos daba seguridad, como el dinero y los bienes materiales, que porque muchos, lejos del Señor, viven al borde de perderse para siempre. Jesucristo nos ha enviado a salvar todo lo que se había perdido; no podemos, por eso, condenar a nadie sino buscar a quienes desbalagaron en una noche de tinieblas y oscuridad; y buscarles hasta encontrarles, no para despreciarlos, no para condenarlos, no para hacerlos volver a golpes y amenazas al redil, sino cargarlos amorosamente sobre nuestros hombros, haciendo nuestras sus miserias y tristezas para que recuperen la paz y la alegría y puedan, así, volver a Dios.

Sal. 85. Recuerda, Señor, el amor y la misericordia que manifestaste a nuestros antiguos padres, librándolos de sus enemigos y de sus males cuando invocaban tu Nombre. Ahora, Señor, contémplanos a nosotros con misericordia, escucha nuestra oración y da respuesta pronta a nuestras súplicas. Quienes creemos en Cristo, quienes hemos unido nuestra vida a Él, somos conscientes de que en su Nombre nos dirigimos al Padre Dios como hijos suyos. Dios, sabiendo que nuestro corazón está inclinado al mal desde nuestra adolescencia, se manifiesta siempre como un Padre comprensivo para con todos. Sin embargo no se hace cómplice de nuestras fallas; antes al contrario nos hace un fuerte llamado a dejar nuestros malos caminos y volver a Él, para caminar, ya no movidos por nuestras miserias, sino por su Espíritu que nos hace, no sólo llamar Padre a Dios, sino comportarnos realmente como hijos suyos.

Lc. 11, 1-4. El Señor, mediante la oración, nos enseña a relacionarnos con Dios no sólo como criaturas, sino como hijos suyos. En la oración del Padre nuestro estamos aceptando el compromiso de reconocer que Dios no es Padre exclusivo de un grupo, pues no decimos, por ejemplo, Padre de los cristianos, sino Padre Nuestro, Padre de todos. Santificamos el Nombre de Dios no sólo cuando le rendimos culto, sino cuando, por nuestras buenas obras, elevamos hacia Él una continua alabanza a su santo Nombre. Su Reino sólo vendrá a nosotros cuando se haga realidad su amor en nuestros corazones, amor que nos una a todos sin distinción, como Dios nos quiere. El Pan nuestro de cada día lo pedimos sin querer entregar nuestro corazón a los bienes materiales, pues bástele a cada día sus propias preocupaciones; y si el Señor nos concede más de lo que necesitamos que sea para que sepamos compartir con los pobres lo que el Señor nos ha confiado. Cuando veamos que la unidad está en riesgo de perderse a causa de nuestra fragilidad que nos arrastra a ofender a los demás, o a ser ofendidos por ellos, hemos de pedir a Dios que nos perdone, con un arrepentimiento sincero que nos lleve a restaurar nuestras relaciones de hijos con Dios y nuestras relaciones fraternas con nuestro prójimo. Finalmente le pedimos a Dios que no nos deje caer en tentación, que vele por nosotros, que nos fortalezca con su Espíritu para que, a pesar de nuestras fragilidades e inclinaciones al mal, permanezcamos firmes en hacer el bien; entonces la Victoria de Cristo sobre el Malo será también nuestra Victoria. Así vislumbramos que el Padre Nuestro no es sólo una oración para recitarla de memoria, sino una oración que ha de recitarse con el compromiso de la vida diaria hecha testimonio de la presencia del Señor en nosotros, que nos lleva a vivir unidos como hermanos, libres de maldades, egoísmos y odios, en torno a nuestro Dios y Padre, manifestando así que ya desde este mundo hemos dado inicio al Reino de Dios entre nosotros.

En esta Eucaristía nos hemos reunido, libres de odios y de rivalidades en torno a nuestro Padre Dios, unidos mediante una misma fe y un mismo Espíritu que nos hace tener un sólo corazón por nuestra unión a Cristo, Cabeza de la Iglesia. El Señor nos hace un fuerte llamado a la unidad; nos invita a reconocer que somos pecadores y frágiles; pero también nos invita a confiar en la Ayuda, en la Fuerza que nos viene de lo alto: el Espíritu que Dios ha derramado en nuestros corazones. Mientras nos dejemos conducir por el Espíritu de Dios, el Señor hará su obra en nosotros, y desde su Iglesia hará que la salvación llegue a todas las personas sin distinción alguna.

Cristo entregó su vida por todos y, queriendo que todos los hombres se salven, nos llena de su Vida y de su Espíritu, y nos envía para que, en su Nombre, convoquemos a todos a vivir en la unidad en torno a un sólo Señor, una sola fe, un solo Bautismo, un solo Dios y Padre. Que la celebración de este Misterio Pascual de Cristo nos impulse a cumplir con gran amor la Misión que el Señor ha confiado a su Iglesia: ser signos del Buen Pastor buscando a la oveja descarriada, manifestándole un amor auténtico hasta el extremo de dar, no sólo la Palabra de Dios, sino incluso la vida propia por ella, si es necesario, con tal de ganar a todos para Cristo.

Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir nuestra fe con un amor sincero hacia nuestro Padre Dios y hacia nuestros hermanos, para que llegue a nosotros su Reino de verdad, de justicia, de amor y de paz. Amén.

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 Santo Rosario por las Hnas Siervas de los corazones traspasados de Jesús y María Misterios Gloriosos - Miércoles y Domingo


Homilías de viva voz por el Padre Nelson Medina,O.P.

(Nota: Haga click en los enlaces para escuchar los audios) 

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