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domingo, 10 de enero de 2016

"En tu presencia cada día" -Domingo 10 de enero 2016

DOMINGO
EL BAUTISMO DEL SEÑOR. (SOLEMNIDAD) 

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos a Cristo, el Hijo amado, en quien el Padre tiene sus complacencias. 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: A LA ORILLA DEL JORDÁN.
A la orilla del Jordán,
descalza el alma y los pies,
bajan buscando pureza
doce tribus de Israel.

Piensan que a la puerta está
el Mesías del Señor
y que para recibirle
gran limpieza es menester.

Bajan hombres y mujeres,
pobres y ricos también,
y Juan, sobre todos ellos,
derrama el agua y la fe.

Mas ¿por qué se ha de lavar
a la Pureza, por qué?
Porque el bautismo hoy empieza
y ha comenzado por él. Amén

SALMODIA
Ant 1. El soldado bautizaba a su Rey, el siervo a su Señor, Juan al Salvador: el agua del Jordán se estremece, la Paloma da testimonio, la voz del Padre declara: «Éste es mi Hijo.»
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El soldado bautizaba a su Rey, el siervo a su Señor, Juan al Salvador: el agua del Jordán se estremece, la Paloma da testimonio, la voz del Padre declara: «Éste es mi Hijo.»

Ant 2. Al manifestarse al mundo la gloria de Cristo, las aguas del Jordán fueron santificadas: sacad aguas con gozo de las fuentes del Salvador; Cristo, el Señor, ha santificado la creación entera.

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. Al manifestarse al mundo la gloria de Cristo, las aguas del Jordán fueron santificadas: sacad aguas con gozo de las fuentes del Salvador; Cristo, el Señor, ha santificado la creación entera.

Ant 3. Te glorificamos, Señor, Dios y redentor, a ti que con el Espíritu y el fuego purificas a los hombres de su pecado.

Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Te glorificamos, Señor, Dios y redentor, a ti que con el Espíritu y el fuego purificas a los hombres de su pecado.

LECTURA BREVE   Is 61, 1-2a
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, la libertad a los prisioneros, para proclamar el año de gracia del Señor.

RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

V. Tú que hoy te has manifestado.
R. Ten piedad de nosotros.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Cristo es bautizado y el universo entero se purifica; el Señor nos obtiene el perdón de los pecados: purifiquémonos todos por el agua y el Espíritu.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 
Cristo es bautizado y el universo entero se purifica; el Señor nos obtiene el perdón de los pecados: purifiquémonos todos por el agua y el Espíritu.

PRECES
Roguemos a nuestro Redentor, bautizado por Juan en el Jordán, y digámosle:

Señor, ten piedad.

Cristo Jesús, que al manifestarte al mundo has iluminado a todos los hombres,
concede luz abundante a cuantos hoy se relacionen con nosotros.

Cristo Jesús, que para enseñarnos un camino de humildad te humillaste recibiendo el bautismo de Juan,
danos un espíritu de humilde servicio para con todos los hombres.

Cristo Jesús, que por tu bautismo nos purificaste de todo pecado y nos hiciste hijos del Padre,
concede el espíritu de adopción a todos los que buscan a Dios con sinceridad.

Cristo Jesús, que en tu bautismo abriste una puerta de salvación para los cristianos y santificaste la creación entera,
haz de todos nosotros ministros de tu Evangelio en el mundo.

Cristo Jesús, que en tu bautismo nos revelaste a la Trinidad,
renueva el espíritu de adopción y el sacerdocio real de los bautizados.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Gracias a Jesucristo somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, que proclamaste solemnemente a Cristo como tu Hijo amado, cuando era bautizado en el Jordán y descendía el Espíritu Santo sobre él, concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo, que se conserven siempre dignos de tu complacencia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.


Libro de Isaías 40,1-5.9-11. 
¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!
Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!
¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.
Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: "¡Aquí está su Dios!".
Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.
Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.



Salmo 104(103),1b-2.3-4.24-25.27-28.29-30. 

Bendice al Señor, alma mía:
¡Señor, Dios mío, qué grande eres!
Estás vestido de esplendor y majestad
y te envuelves con un manto de luz.

Tú extendiste el cielo como un toldo
y construiste tu mansión sobre las aguas.
Las nubes te sirven de carruaje
y avanzas en alas del viento.

Usas como mensajeros a los vientos,
y a los relámpagos, como ministros.
¡Qué variadas son tus obras, Señor!
¡Todo lo hiciste con sabiduría,

la tierra está llena de tus criaturas!
Allí está el mar, grande y dilatado,
donde se agitan, en número incontable,
animales grandes y pequeños.

Todos esperan de ti
que les des la comida a su tiempo:
se la das, y ellos la recogen;
abres tu mano, y quedan saciados.

Si escondes tu rostro, se espantan;
si les quitas el aliento,
expiran y vuelven al polvo.
Si envías tu aliento, son creados,

y renuevas la superficie de la tierra.



Carta de San Pablo a Tito 2,11-14.3,4-7. 
La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado.
Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad,
mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús.
El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres,
no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo.
Y derramó abundantemente ese Espíritu sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador,
a fin de que, justificados por su gracia, seamos en esperanza herederos de la Vida eterna.



Evangelio según San Lucas 3,15-16.21-22. 
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías,
él tomó la palabra y les dijo: "Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.
Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo
y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección". 



TÚ ERES MI HIJO, EL PREDILECTO; EN TI ME COMPLAZCO

Comentando la Palabra de Dios

Is. 40, 1-5. 9-11. Ha llegado el momento de retornar del destierro a la tierra prometida. Dios ha vuelto su mirada compasiva hacia su pueblo. Su victoria sobre los enemigos de su pueblo le lleva a presentarse como un rey pastor que cargará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres. Podrá, incluso, una madre olvidarse del hijo de sus entrañas; pero Dios jamás se olvidará de los suyos. Dios se acerca a nosotros como aquel que nos libera de todas nuestras esclavitudes, y nos da la libertad de hijos de Dios. Pero hay que preparar el camino al Señor. Nuestro camino no puede ser el de la maldad, pues con nuestros pecados estaríamos dando a entender que no deseamos que la salvación llegue a nosotros. En cambio, al reconocernos pecadores, y pedir perdón, y estar dispuestos a vivir con mayor rectitud, estamos indicando que estamos dispuestos a hacer nuestra la salvación deseada. En Cristo tenemos el Camino que nos salva. Unirnos a Él por medio de la fe y del Bautismo lleva a cabo la salvación de Dios en nosotros y nos pone en camino hacia la posesión de los bienes definitivos.

Sal. 103. Nuestro Dios es el creador de todo lo que existe. A Él se debe todo honor y toda gloria por siempre. Y no sólo es el creador de todo, sino que su amor providente conserva y alimenta todas sus criaturas. Por encima de todo Dios está. Él ha enviado a nuestros corazones su Espíritu para renovar el aspecto de la tierra. Mediante el Bautismo nosotros entramos a formar parte de la familia divina, por nuestra unión al Hijo amado del Padre. A nosotros corresponde el cuidado de todo lo creado, sin esclavitudes que nos alejen de Dios o nos cierren al amor fraterno, pues quien posee el Espíritu de Dios tiene puesta su mirada en los bienes eternos y su alegría en servir a sus hermanos.

Ti. 2, 11-14; 3, 4-7. Dios, en Cristo Jesús, a salido al encuentro de todo hombre de buena voluntad para ofrecerle el perdón. Mediante su entrega Él nos ha redimido de todo pecado y nos ha purificado. Quienes hemos aceptado la salvación que Dios nos ofrece, estamos llamados a entregarnos a practicar el bien. Esa vida divina se ha hecho realidad en nosotros mediante el Bautismo que hemos recibido. El Espíritu Santo, derramado en nuestros corazones, nos hace ser herederos, junto con Cristo, de los bienes eternos. Quienes hemos sido hechos hijos de Dios no podemos continuar manifestándonos con una vida de maldad, como si fuésemos hombres sin fe y sin esperanza. Teniendo la mirada puesta en Cristo, nuestro Salvador, hemos de pasar haciendo el bien, como Él lo hizo mientras estuvo entre nosotros, pues nosotros prolongamos su presencia salvadora en el mundo.

Lc. 3, 15-16. 21-22. Se han abierto las compuertas del cielo y, en plenitud, el Espíritu Santo ha descendido sobre Jesús, a quien impulsará y acompañará durante todo su ministerio. La fidelidad amorosa de Jesús a la voluntad del Padre Dios hará que este lo reconozca y nos lo presente como a su Hijo amado, en quien Él se complace. Cumplida su misión, a quienes nos unimos a Jesucristo por la fe y el Bautismo, nos hace participar de su mismo Espíritu, para que continuemos en la historia su obra salvadora. Bautizados en un mismo Espíritu no podemos ocultar cobardemente esa luz en nuestro propio interior. El fuego del Espíritu Santo en nosotros nos ha de impulsar para ser valientes testigos del Señor, aceptando todas las consecuencias que nos vengan por creer en Cristo y por proclamar su Evangelio.

La Palabra de Dios y la Eucaristía de este Domingo.

Mediante la participación en esta Eucaristía afianzamos nuestra relación de Hijos, pues unimos, de un modo cada vez más fuerte, nuestra vida a Cristo Jesús. Dios vuelve también su mirada hacia nosotros. Ojalá y pueda decir de nosotros que somos sus hijos amados en quien Él se complace por nuestra fidelidad a su voluntad. Pero, puesto que somos demasiado frágiles, pidámosle al Señor que derrame abundantemente su Espíritu Santo en nosotros para que sea Él quien nos conduzca por el camino del bien. Estando en comunión de vida con el Señor debemos ser un signo claro de Él en el mundo. Y ese ser un signo claro se ha de manifestar a través de una vida que se realice al estilo de Jesucristo, que por amor a nosotros dio su vida para que nosotros tuviéramos vida. Esa es la misma vocación de quienes unimos nuestra vida al Señor mediante la participación en la Eucaristía.

La Palabra de Dios, la Eucaristía de este Domingo y la vida del creyente.

Quienes hemos sido bautizados y participamos de la misma Vida y del mismo Espíritu del Señor, hemos de ser un Evangelio viviente en el mundo y su historia. No podemos claudicar de la responsabilidad que tenemos que trabajar para que el Reino de Dios se vaya abriendo paso entre nosotros. Al abrirse los cielos el Don de Dios, el Espíritu Santo, no sólo se ha derramado en Jesús, sino también en toda su Iglesia, no sólo para que esta se dedique a distribuirlo mediante los sacramentos, sino para convertirse en un signo del amor salvador de Dios en medio de todos los pueblos. Por eso, además de la vida sacramental, además del anuncio del Evangelio, la Iglesia ha de convertirse en un signo del Señor que sigue acercándose a todo hombre que sufre para consolarlo, a todo hombre pecador para perdonarlo y dar la vida por él con tal de salvarlo. Y en este aspecto estamos involucrados todos. No se puede enviar a los laicos a llenar de Evangelio los diversos ambientes del mundo, mientras los pastores se quedan cómodamente instalados y olvidados del dolor de sus hermanos pobres y necesitados. Todos hemos de ser un signo de Cristo buen pastor que sale a buscar y a salvar todo lo que se había perdido. El Espíritu Santo nos ha de dar la valentía suficiente y la fortaleza necesaria para poder cumplir con amor la misión salvadora que el Señor nos ha confiado.

Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir con fidelidad nuestro ser de hijos de Dios, dejándonos formar como tales por obra del Espíritu Santo, al cual hemos de permitir que nos conduzca como fieles testigos del Señor, sin miedo a las consecuencia que por ello pudiesen venir sobre nosotros. Amén.

www.homiliacatolica.com

Santo Rosario por las Hnas Siervas de los Corazones traspasados de Jesús y María

Homilias en audios por el Padre Nelson Medina,O.P.

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1
1998/01/11

El Bautismo del Señor. 
00:24:39
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2
1998/01/11

La Unción de Jesús. 
00:15:41
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3
2001/01/08

La Epifanía y la Navidad.
00:12:42
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4
2007/01/08

Bautizarse es pasar por la muerte y por la vida.
00:11:52
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5
2010/01/10


00:34:00
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6
2010/01/10


00:27:02
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7
2013/01/13

Los dos polos del tiempo de Navidad son el Nacimiento de Cristo y su Epifanía. Su bautismo es la epifanía que abre su ministerio público.
00:04:53
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8
2013/01/13

Del ejemplo de Juan Bautista podemos aprender tres grandes cualidades de un verdadero misionero: humildad, fidelidad y valentía.
00:54:37
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9
2016/01/10

Cristo en su bautismo recibe el rumbo nuevo de su misión en esta tierra y gracias a su oración se abren los cielos para que Él retorne al Padre y junto con Él retornemos nosotros.
00:04:27
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