De la solemnidad. Jornada mundial se la paz. Día de Precepto
1 de enero
SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS. (SOLEMNIDAD)
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Celebremos la maternidad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: LUCERO DEL ALBA
Lucero del alba,
aurora estremecida,
luz de mi alma,
Santa María.
Hija del Padre,
doncella en gracia concebida,
virgen y madre,
Santa María.
Flor del Espíritu,
ave, blancura, caricia,
madre del Hijo,
Santa María.
Llena de ternura,
bendita entre las benditas,
madre de todos los hombres,
Santa María. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob: la Virgen ha dado a luz al Salvador; te alabamos, Dios nuestro.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob: la Virgen ha dado a luz al Salvador; te alabamos, Dios nuestro.
Ant 2. Mirad, María nos ha engendrado al Salvador, ante quien Juan exclamó: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Mirad, María nos ha engendrado al Salvador, ante quien Juan exclamó: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.» Aleluya.
Ant 3. La Madre ha dado a luz al Rey, cuyo nombre es eterno, y la que lo ha engendrado tiene, al mismo tiempo, el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad: un prodigio tal no se ha visto nunca ni se verá de nuevo jamás. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La Madre ha dado a luz al Rey, cuyo nombre es eterno, y la que lo ha engendrado tiene, al mismo tiempo, el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad: un prodigio tal no se ha visto nunca ni se verá de nuevo jamás. Aleluya.
LECTURA BREVE Mi 5, 3. 4. 5a
El jefe de Israel los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel. Él se alzará y pastoreará el rebaño con el poder del Señor, con la majestad del nombre del Señor su Dios; y él será nuestra paz.RESPONSORIO BREVEV. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
V. Los confines de la tierra la han contemplado.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Hoy se nos ha manifestado un misterio admirable: en Cristo se han unido dos naturalezas, Dios se ha hecho hombre y, sin dejar de ser lo que era, ha asumido lo que no era, sin sufrir mezcla ni división.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy se nos ha manifestado un misterio admirable: en Cristo se han unido dos naturalezas, Dios se ha hecho hombre y, sin dejar de ser lo que era, ha asumido lo que no era, sin sufrir mezcla ni división.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, que ha nacido de María Virgen por obra del Espíritu Santo, y supliquémosle, diciendo:
Hijo de la Virgen María, ten piedad de nosotros.
Oh Cristo, hijo admirable y príncipe de la paz, nacido de María Virgen,
concede al mundo entero una paz estable.
Rey y Dios nuestro, que al venir al mundo has dignificado al hombre,
haz que te honremos todos los días de nuestra vida con nuestra fe y nuestra conducta.
Tú que te has hecho semejante a nosotros,
concédenos ser semejantes a ti.
Tú que has querido ser ciudadano de nuestro mundo,
concédenos ser ciudadanos de tu reino.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Ya que somos la familia de Dios, digamos con grande confianza a nuestro Padre del cielo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, que por la maternidad virginal de María has dado a los hombres los tesoros de la salvación, haz que sintamos la intercesión de la Virgen Madre, de quien hemos recibido al autor de la vida, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Libro de los Números 6,22-27.
El Señor dijo a Moisés:
Habla en estos términos a Aarón y a sus hijos: Así bendecirán a los israelitas. Ustedes les dirán:
Que el Señor te bendiga y te proteja.
Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia.
Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz.
Que ellos invoquen mi Nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.
Salmo 67(66),2-3.5.6.8.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio,
y su victoria entre las naciones.
Que canten de alegría las naciones,
porque gobiernas a los pueblos con justicia
y guías a las naciones de la tierra.
¡Que los pueblos te den gracias, Señor,
que todos los pueblos te den gracias!
Que Dios nos bendiga,
y lo teman todos los confines de la tierra.
Carta de San Pablo a los Gálatas 4,4-7.
Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley,
para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.
Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo" ¡Abba!, es decir, ¡Padre!
Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios.
Evangelio según San Lucas 2,16-21.
Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre.
Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño,
y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.
Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Angel antes de su concepción.
Núm. 6, 22-27. Dios, por medio de su Hijo, encarnado por obra del Espíritu Santo en María Virgen, se ha convertido para todos en una Bendición como protector, como luz que disipa nuestras tinieblas de pecado, como la paz que deseamos no sólo en el aspecto externo, sino como la consecuencia de sabernos amados por Dios y de haberle sido fieles, a pesar de que la vida se nos hubiese complicado. Dios, bondadoso siempre con nosotros, jamás nos abandonará. Él, el Dios-con-nosotros, va siempre con nosotros manifestándosenos como un Padre lleno de bondad, de ternura y de comprensión para quienes, Él no lo olvida, somos de barro frágil. Lo mejor que podemos desearle a alguien es que se encuentre con Dios y lo experimente personalmente en su vida como Padre suyo. Lo mejor por lo que debemos trabajar es por dar a conocer a Dios como Padre y provocar un encuentro personal con Él para que todos experimenten el amor que nos tiene, amor que le llevó a salvarnos aun a costa de la entrega de su propio Hijo. ¿Habrá acaso una bendición mejor que esa? Dios nos conceda hacerla nuestra para poder recuperar la paz anhelada, y alcanzar la vida eterna hacia la que nos encaminamos.
Sal. 66. En verdad que Dios se ha convertido en una bendición para nosotros. Pues no sólo nos ha socorrido con la cosecha para alimentarnos; no sólo nos ha concedido disfrutar de algunos bienes materiales. Dios mismo se ha hecho nuestra riqueza, pues ha venido a nosotros para concertar una Nueva y definitiva Alianza con nosotros. Así nosotros hemos entrado en comunión de vida con el Señor, pues Él ha hecho esposa suya a su Iglesia, por la que ha entregado su vida para purificarla y poder presentársela con toda dignidad a su Padre Dios. El amor que Jesús nos manifestó consiste en que, cuando éramos pecadores, nos aceptó como suyos y dio su vida para el perdón de nuestros pecados. ¡Cómo no vamos a alabar al Señor, si ha sido tan grande su misericordia para con nosotros. Por eso no sólo hemos de buscar al Señor para que nos socorra en nuestras necesidades temporales, sino para escuchar su Palabra y ponerla en práctica, conforme a las enseñanzas del Señor de la Iglesia: Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará a ustedes por añadidura. Ojalá y no busquemos sólo la añadidura y nos olvidemos del Reino de Dios.
Gal. 4, 4-7. Jesús, aún cuando proviene de Dios, proviene también de los hombres; Él es verdadero Dios y verdadero Hombre. El Hijo de Dios, nacido de Mujer, se ha hecho parte de nuestra historia humana; Dios, en Cristo, no ha venido a nosotros con un cuerpo astral o aparente; Él nos ha tomado en serio y se ha identificado a nosotros en todo, menos en el pecado, aún cuando Aquel, en quien no había pecado, se hizo pecado por nosotros para clavar el documento de nuestra condenación en la cruz, y liberarnos de la condenación que pesaba sobre nosotros. Nacido bajo la Ley, fue circuncidado al tercer día y recibió el Nombre de Jesús. Pero desde Jesús la salvación y la incorporación a su Pueblo Santo ya no será mediante la circuncisión, sino mediante la fe en Él y mediante el Bautismo. Así nosotros, y todos los hombres de buena voluntad, podremos hacer nuestra la salvación y disfrutar del amor de Dios, que se acerca a nosotros y a quien invocamos como nuestro Abbá (Papi), pues Él nos ama como lo hace un Padre lleno de bondad y de ternura. Que Él nos conceda vivir unidos a su Hijo para que en verdad, y no sólo en el pensamiento, seamos hijos suyos.
Lc. 2, 16-21. Abraham, fundador del pueblo de Israel; Isaac y Jacob, Patriarcas de ese Pueblo; David, principal Rey de los Israelitas, fueron pastores, a quienes Dios llamó y puso al frente de su Pueblo. Ellos fueron grandes por haber escuchado la voz de Dios, por haber hecho la prueba y visto qué grande es el Señor, por haber tenido un encuentro personal y comprometido con Dios y por haber anunciado, con su propia vida, que Dios ama a quienes le viven fieles. Al inicio de una nueva historia del amor de Dios por los hombres, se nos habla de unos pastores que escuchan el anuncio del Ángel de Dios que les da la Buena Nueva del nacimiento del Mesías Salvador; ellos van y lo comprueban, y alaban a Dios y anuncian este acontecimiento por toda aquella región. A quienes llamó Dios para convertirlos en Pastores de su Pueblo antes que nada han de encontrarse con el Señor para después proclamar su Nombre a los demás y ayudarlos a reconocerlo como el único Camino que nos conduce a la salvación, pues sólo mediante Cristo tenemos abierto el camino que nos conduce al Padre. Y aun cuando este mensaje mira en primer lugar a quienes Dios constituyó pastores de su Pueblo Santo, también mira a todos los que pertenecemos a la Iglesia de Cristo, pues cada uno, de acuerdo a la Gracia recibida, participa del cuidado que Cristo tiene por aquellos que le pertenecen para alimentarlos y darles protección, cobijo y calor como lo hace un buen pastor con sus ovejas.
La Iglesia de Cristo tiene como misión llevar a todos los pueblos la salvación que Dios nos ha ofrecido pro medio de su Hijo Encarnado. ¿En verdad hemos venido a esta Eucaristía para estar con el Señor, para conocerlo a profundidad, para entrar en comunión de vida con Él, para hacer vida en nosotros su Evangelio? Sólo así podremos decir: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de la Vida ... lo que hemos visto y oído, eso les anunciamos para que también ustedes estén en comunión con nosotros. (1Jn 1, 1, ss) Efectivamente no podemos llevar a alguien hacia Cristo al margen de su Iglesia. En ella habita el Señor en cada uno de quienes la conformamos. No sólo anunciamos a Cristo, sino que hacemos a los demás copartícipes del Señor que está con nosotros como Salvador. Jesús (que significa Dios Salva), es el motivo del anuncio gozoso que hacemos a los demás; efectivamente la Iglesia anuncia el Nombre, la doctrina, la Vida, las promesas, el Reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios, a todos los pueblos. ¿En verdad nos hemos dejado salvar por Él? ¿Sólo acudimos a la Eucaristía para adorarlo y nos olvidamos de ser testigos suyos desde una vida que ha entrado en una relación personal con Él?
María nos presenta a su Hijo no sólo para que lo veamos y luego nos vayamos como si nada hubiese pasado en nuestro propio interior. Al encontrarnos con Cristo en su Iglesia debemos tomar un nuevo camino: el del compromiso a la fe en Aquel a quien hemos buscado y con quien nos hemos encontrado como Salvador de nuestra vida. Los que hemos venido a esta Eucaristía y nos hemos encontrado con el Señor debemos de dar testimonio del Misterio de Salvación del que aquí hemos sido testigos. Quienes escuchen ese mensaje de salvación y experimenten, desde nosotros, el amor de Dios que se ha acercado a los pecadores para perdonarlos y a los pobres para socorrerlos, podrán realmente vivir en la paz, y en la alegría de Dios que los ama como Padre.
Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, la gracia de saber entrar en una relación de intimidad con nuestro Señor Jesucristo, de tal forma que, hechos a imagen suya por obra del Espíritu Santo, seamos auténticos testigos suyos en el mundo, llevándole el amor, el perdón y la salvación de que Dios nos ha concedido disfrutar en su Verbo Encarnado. Amén.
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Santo Rosario por las Hnas Siervas de los corazones traspasados de Jesús y María Misterios Dolorosos - Martes y Viernes
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