De la Feria. Salterio III
27 de enero
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIALV. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanzaINVITATORIOAnt. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.Himno: DETENTE, AURORA DE ESTE NUEVO DÍA.
¡Detente, aurora de este nuevo día,
refleja en mis pupilas tu paisaje!
Mensajera de amor, es tu equipaje
la hermosura hecha luz y profecía.
¡Detente, aurora, dulce epifanía,
rostro de Dios, qué bello es tu mensaje!
Queme tu amor mi amor que va de viaje
en lucha, y en trabajo y alegría.
Avanzamos, corremos fatigados,
mañana tras mañana enfebrecidos
por la carga de todos los pecados.
Arrópanos, Señor, con la esperanza;
endereza, Señor, los pies perdidos,
y recibe esta aurora de alabanza. Amén.SALMODIAAnt 1. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.
Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
Ant 2. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.Cántico: DIOS JUZGARÁ CON JUSTICIA Is 33, 13-16
Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.
Temen en Sión los pecadores,
y un temblor se apodera de los perversos:
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».
El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión;
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.
Ant 3. Aclamad al Rey y Señor.Salmo 97 - EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:
tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad al Rey y Señor.LECTURA BREVE Jb 1, 21; 2, 10b
Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?RESPONSORIO BREVEV. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Dame vida con tu palabra.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.PRECESInvoquemos a Cristo, que se entregó a sí mismo por la Iglesia, y le da alimento y calor, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Bendito seas, Señor, Pastor de la Iglesia, que nos vuelves a dar hoy la luz y la vida;
haz que sepamos agradecerte este magnífico don.
Mira con amor a tu grey, que has congregado en tu nombre;
haz que no se pierda ni uno solo de los que el Padre te ha dado.
Guía a tu Iglesia por el camino de tus mandatos,
y haz que el Espíritu Santo la conserve en la fidelidad.
Que tus fieles, Señor, cobren nueva vida participando en la mesa de tu pan y de tu palabra,
para que, con la fuerza de este alimento, te sigan con alegría.Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro Maestro:Padre nuestro...
ORACIONSeñor Dios, que nos has creado con tu sabiduría y nos gobiernas con tu providencia, infunde en nuestras almas la claridad de tu luz, y haz que nuestra vida y nuestras acciones estén del todo consagradas a ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.CONCLUSIÓNV. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Segundo Libro de Samuel 7,4-17.
Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos:
«Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite?
Desde el día en que hice subir de Egipto a los israelitas hasta el día de hoy, nunca habité en una casa, sino que iba de un lado a otro, en una carpa que me servía de morada.
Y mientras caminaba entre los israelitas, ¿acaso le dije a uno solo de los jefes de Israel, a los que mandé apacentar a mi Pueblo: '¿Por qué no me han edificado una casa de cedro?'.
Y ahora, esto es lo que le dirás a mi servidor David: Así habla el Señor de los ejércitos: Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel.
Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti. Yo haré que tu nombre sea tan grande como el de los grandes de la tierra.
Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes,
desde el día en que establecí Jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa.
Cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza.
El edificará una casa para mi Nombre, y yo afianzaré para siempre su trono real.
Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Si comete una falta, lo corregiré con varas y golpes, como lo hacen los hombres.
Pero mi fidelidad no se retirará de él, como se la retiré a Saúl, al que aparté de tu presencia.
Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y su trono será estable para siempre.»
Natán comunicó a David toda esta visión y todas estas palabras.
Salmo 89(88),4-5.27-28.29-30.
Yo sellé una alianza con mi elegido,
hice este juramento a David, mi servidor:
«Estableceré tu descendencia para siempre,
mantendré tu trono por todas las generaciones.»
El me dirá: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»
Yo lo constituiré mi primogénito,
el más alto de los reyes de la tierra.
Le aseguraré mi amor eternamente,
y mi alianza será estable para él.
le daré una descendencia eterna
y un trono duradero como el cielo.
Evangelio según San Marcos 4,1-20.
Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla.
El les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba:
"¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar.
Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron.
Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda;
pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó.
Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto.
Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno".
Y decía: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!".
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas.
Y Jesús les decía: "A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola,
a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón".
Jesús les dijo: "¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás?
El sembrador siembra la Palabra.
Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos.
Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría;
pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben.
Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra,
pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa.
Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno".
2Sam. 7, 4-17. De la descendencia de David, Dios, según su promesa, sacó para Israel un Salvador, Jesús. Nos encontramos en uno de los textos más importantes de la Antigua Alianza, pues Dios promete a David que un descendiente suyo ocupará su trono eternamente. David quería construirle una casa a Dios; pero Dios le dice que más bien Él le construirá una casa, una dinastía a David. Y Dios cumplirá su promesa en Jesús, Hijo de Dios, e Hijo de David. Nosotros hemos sido hechos del Linaje de Dios. Por medio de nuestra unión a Cristo el Reino de Dios va tomando cuerpo entre nosotros día a día. Ese Reino de Dios jamás tendrá fin, y ni las fuerzas del infierno prevalecerán sobre Él. David contempla cómo Dios es fiel a sus promesas. Nosotros, sabiendo que el Señor jamás se volverá para nosotros en un espejismo engañoso, sino que nos manifestará su amor de Padre siempre fiel, hemos de vivir con la dignidad de quienes han sido llamados, como piedras vivas, a formar parte del templo Santo de Dios, construido no por manos humanas, sino por el mismo Dios. Así, integrados al Reino y Familia de Dios, permaneceremos ante Él eternamente.
Sal. 88. Dios es siempre fiel a su Palabra y a sus promesas. Dios nos ha llamado para que seamos sus hijos y jamás se arrepiente de habernos aceptado como tales. Él bien nos conocía de antemano; y a pesar de todo nos amó, pues Él a nadie ha llamado para la perdición, sino para que, hechos hijos suyos, vivamos con Él eternamente. Dios jamás nos retira su favor; siempre está junto a nosotros; pero Él espera de nosotros una respuesta favorable a su amor y una fidelidad incondicional a su Palabra que nos salva. Por eso no sólo hemos de invocar a Dios por Padre; si en verdad somos sus hijos manifestémoslo, más que con los labios con las obras; que ellas den testimonio de nuestro ser de hijos de Dios.
Mc. 4, 1-20. Dios no nos quiere ciegos ni duros de corazón. Él espera que sepamos contemplar su amor y que estemos bien dispuesto a escuchar su Palabra en nuestros corazones, convertidos en un terreno bueno, fértil y dispuesto a dejar que esa Palabra produzca abundantes frutos de salvación, no sólo para provecho personal, sino para provecho de toda la humanidad de todos los tiempos y lugares. Es cierto que ante la Palabra de Dios necesitamos una fe puesta a toda prueba, pues muchas veces encontraremos oposición, persecución o la tentación de querernos dejar deslumbrar y embotar por lo pasajero. Pero Dios, que nos hace partícipes de su mismo Espíritu, llevará adelante su obra de salvación en nosotros y hará que su Iglesia se convierta en portadora de la paz, del perdón, del amor, de la misericordia, de la alegría y de tantos otros frutos que proceden del Espíritu que hace que la Palabra de Dios tome cuerpo en nosotros. Tratemos de estar amorosamente atentos Dios y a la inspiración del Espíritu Santo para que, a pesar de las persecuciones y de las pruebas, permanezcamos siempre fieles al Señor escuchando su Palabra y poniéndola en práctica.
La Iglesia de Cristo se construye en torno a la Eucaristía. En ella la Iglesia se convierte en discípula de su Señor en cuanto a la escucha de su Palabra para ponerla en práctica, y en cuanto a la contemplación de la forma de vida que ha de seguir a ejemplo de su Señor, tomando la cruz de cada día y yendo tras sus huellas. Si el apostolado de la Iglesia no conduce a la Eucaristía es un apostolado inútil, pues la Iglesia vive de la comunión de vida con su Señor. Es en la Eucaristía que el Señor siembra en nosotros su vida y nos fortalece con su Muerte y Resurrección y con la presencia del Espíritu Santo para que, a pesar de los vientos contrarios, podamos dar abundantes frutos de buenas obras que, llegados a su madurez, puedan servir de alimento en el camino de quienes al escucharnos y contemplarnos, quieren escuchar y contemplar al mismo Cristo.
Por eso quienes participamos de la Eucaristía debemos continuar la obra del Señor en el mundo siendo instrumentos suyos para que su Palabra, su Salvación, su Amor, su Vida, su Paz, su Justicia, su Solidaridad y muchas otras cosas que nos vienen de Él, sean sembradas en el corazón de todas las personas. Como dice Pablo: Yo sembré; Apolo regó; pero es Dios quien da el crecimiento. No podemos ser apóstoles desesperados queriendo que ante nuestros trabajos apostólicos surjan de inmediato los frutos esperados. Eso no depende de nosotros sino de Dios. A nosotros sólo nos corresponde estar atentos a la Palabra de Dios, y ser fieles en la transmisión de su Evangelio; ya Dios se encargará de que su obra de salvación se haga realidad en aquellos a quienes Él nos ha enviado. Nosotros somos testigos de cómo muchas veces la propaganda consumista y los salarios injustos han embotado la mente de los hombres y le han puesto su mirada puesta sólo en lo pasajero, de tal forma que apenas tiene tiempo de pensar en solucionar sus necesidades básicas. A nosotros, por voluntad de Dios, corresponde trabajar por un mundo más justo, con menos hambre, más fraterno y más capaz de recibir y vivir conforme al mensaje de salvación para que los frutos del amor y de la justicia nos ayuden a vivir con la alegría no sólo de poseer los bienes terrenos, sino de poseer ya desde ahora, los frutos que nos vienen de creer en Dios y de aceptarlo como Señor de nuestra propia vida.
Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, que nos conceda la gracia de manifestar, con nuestras buenas obras, que somos del Linaje y familia de Dios. Que esto no se nos hiele en los labios, sino que se manifieste a través de una vida fecunda de buenas obras, fruto de la presencia de la Vida y del Espíritu de Dios en nosotros. Amén.
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Santo Rosario por las hnas Siervas de los corazones traspasados de Jesús y María Misterios Gloriosos - Miércoles y Domingo
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