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jueves, 24 de diciembre de 2015

"En tu presencia cada día" - para el Jueves 24 de diciembre 2015

JUEVES DE LA SEMANA IV
Del Propio del día - Salterio IV

24 de diciembre 


LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Hoy sabréis que vendrá el Señor, y mañana veréis su gloria. 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: QUE VIENE CRISTO REPITEN.
Que viene Cristo repiten
con su clamor los profetas,
previniendo que la gracia
de la redención se acerca.

Se anuncia nuestro mañana,
los corazones se alegran,
anunciadores de gloria
miles de voces resuenan.

Fue el primer advenimiento
no de castigo ni de pena,
sino por curar heridas
salvando a quién pereciera.

Mas que ha de venir de nuevo
su venida nos alerta,
a coronar a los justos
y a darles la recompensa.

Luz perenne se nos brinda,
la salvación centellea,
y un resplandor nos convoca
a las mansiones etéreas.

Oh Cristo, anhelamos verte
cual Dios en visión perpetua,
porque este gozo será
bienaventuranza eterna. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la menor, porque de ti saldrá un jefe, que gobernará a mi pueblo Israel.
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.

Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.

Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.

En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.

Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la menor, porque de ti saldrá un jefe, que gobernará a mi pueblo Israel.

Ant 2. Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Cántico: CONSUELO Y GOZO PARA LA CIUDAD SANTA. Is 66, 10-14a
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
a su pecho seréis alimentados
y os saciaréis de sus consuelos
y apuraréis las delicias
de sus pechos abundantes.

Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella
como un río la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.

Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo
y en Jerusalén seréis consolados.

Al verlo se alegrará vuestro corazón
y vuestros huesos florecerán como un prado.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.

Ant 3. «Mañana será el día de vuestra salvación», dice el Señor de los ejércitos.
Salmo 146 - PODER Y BONDAD DEL SEÑOR 
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.

Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.

Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;

que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado,
y a las crías de cuervo que graznan.

No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. «Mañana será el día de vuestra salvación», dice el Señor de los ejércitos.
LECTURA BREVE   Is 11, 1-3a
Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz brotará un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. Mañana quedará borrada la iniquidad de la tierra.
R. Mañana quedará borrada la iniquidad de la tierra.

V. Y sobre nosotros reinará el Salvador del mundo.
R. Quedará borrada la iniquidad de la tierra.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Mañana quedará borrada la iniquidad de la tierra.
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. A María le llegó el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz a su Hijo primogénito.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 
A María le llegó el tiempo de su alumbramiento, y dio a luz a su Hijo primogénito.
PRECES
Hermanos, oremos con todo nuestro espíritu a Cristo redentor, que vendrá con gran poder y gloria, y digámosle:

Ven, Señor Jesús.

Señor Jesucristo, que vendrás con poder desde el cielo,
mira nuestra pequeñez y haz que seamos dignos de tus dones.

Tú que viniste a anunciar la Buena Noticia a los hombres,
danos fuerza para que también nosotros anunciemos el Evangelio a nuestros hermanos.

Tú que desde el trono del Padre todo lo gobiernas,
haz que aguardemos con alegría la dicha que esperamos, tu aparición gloriosa.

Consuélanos, Señor, con los dones de tu divinidad,
a los que anhelamos la gracia de tu venida.
Se pueden añadir algunas intenciones libres

Pidamos que el reino de Dios llegue a todos los hombres:
Padre nuestro...

ORACION
Jesús, Señor nuestro, ven pronto, no tardes más, para que se reanimen con tu venida los que confían en tu amor. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.


Lectura del segundo libro de Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16):

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.»
Natán respondió al rey: «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.»
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»


Sal 88

R/.
 Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades. 
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R/.

Sellé una alianza con mi elegido, 
jurando a David, mi siervo: 
«Te fundaré un linaje perpetuo, 
edificaré tu trono para todas las edades.» R/.

Él me invocará: «Tú eres mi padre, 
mi Dios, mi Roca salvadora.» 
Le mantendré eternamente mi favor, 
y mi alianza con él será estable. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,67-79):

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»

LECTURAS: 2SAM 7, 1-5. 8-12. 14-16; SAL 88; LC 1, 67-79

2Sam. 7, 1-5. 8-12. 14-16. David quiere construirle una casa al Señor. Pero el Señor le muestra a David cuáles son los planes que tiene sobre él: Dios le construirá una casa eterna a aquel que fue sacado de los apriscos y de andar tras las ovejas. Nos encontramos ante la promesa que Dios hizo a David de que su reino y su trono permanecerían ante Él eternamente. Y esta promesa Dios la cumplirá en Jesús y en su descendencia, que somos nosotros, su Iglesia. Dios, que hizo una alianza con su Pueblo comprometiéndose con estas palabras: Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo, ahora, por medio de su Hijo ha hecho con nosotros una nueva y definitiva alianza en que Él se compromete a ser nuestro Padre y nosotros a ser sus hijos por nuestra unión a Jesús, su único Hijo. Ha llegado el momento en que el Señor, hecho uno de nosotros, une nuestra humanidad a Él para presentarnos, libres de toda mancha, ante su Padre para que sea Padre nuestro. Que esta promesa amorosa de Dios llegue en nosotros a su plenitud.

Sal. 88. El Señor nunca olvida sus promesas. Lo que Dios nos da jamás nos lo retira. Nosotros podemos disminuir el don de Dios o perderlo a causa de nuestras rebeldías a Él. Sin embargo Dios se manifestará con nosotros siempre como un Dios lleno de misericordia. Por eso procuremos no sólo llamarnos hijos de Dios, sino serlo en verdad. Que Él nos fortalezca con la presencia de su Espíritu Santo, de tal forma que, aceptando en nosotros el amor de Dios, seamos en verdad un signo de Él en el mundo hasta que, consolidados en la Verdad alcancemos en nosotros el cumplimiento de las promesas divinas: ser, en Cristo, hijos de Dios eternamente.

Lc. 1, 67-79. Juan preparará el camino al Señor que visita a su pueblo en Cristo Jesús. Ha llegado, así, el cumplimiento de las antiguas promesas que Dios hizo a Abraham y a su descendencia. El Señor viene para perdonarnos nuestros pecados, pues es el Dios lleno de misericordia para quienes sabe que somos frágiles y fácilmente inclinados hacia la maldad. Pero el Señor no sólo ha venido a salvar a los Judíos. Las promesas de salvación han de llegar en su cumplimiento hasta el último rincón de la tierra para que todos vean y disfruten de la salvación de Dios. Así el Señor, como un Luz venida de lo alto, ha llegado para iluminar a todos los que viven en tinieblas y en sombras de muerte. Quien escuche al Señor y se comprometa a vivir con Él en una auténtica fidelidad a sus enseñanzas, se estará dejando guiar por el Señor, quien encaminará los pasos del creyente por el camino de la paz, que, finalmente culminará en la paz eterna. Abramos las puertas de nuestra vida al Redentor que se acerca a todo hombre de buena voluntad.

En esta Eucaristía bendecimos al Señor que se ha presentado a nosotros como Aquel que nos libra de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos odian. Mediante su Misterio Pascual, cuyo Memorial estamos celebrando, el Señor nos ha sacado de nuestras prisiones, nos ha rescatado de nuestras esclavitudes y nos ha dado la libertad de los hijos de Dios. Quienes lo hemos aceptado en nuestra vida, quienes somos su Templo Santo, tenemos la seguridad del amor protector de Aquel que nos ama y a quien amamos con lealtad. Dios nos ama con un amor siempre fiel y más firme que los mismos cielos. Ese amor le llevó a hacerse uno de nosotros y a dar su vida, con tal de que fuésemos hechos hijos de Dios. Este momento tan importante en que vivimos nuestra comunión de vida con el Señor nos ha de recordar que también nosotros le hemos de ser fieles al Señor, no sólo amándolo a Él, sino amando a nuestro prójimo como el Señor nos ha enseñado, no sólo con sus palabras, sino con la entrega de su vida misma.

El Señor quiere que no sólo disfrutemos de su Vida, de su Amor, de su Paz, sino que vayamos a todas las naciones y le preparemos corazones dispuestos a recibirlos. No vamos nosotros para brillar y apoderarnos de la gloria que sólo a Dios le pertenece. Ante el Señor no somos dignos, ni siquiera, de desatarle la correa de sus sandalias. Si en verdad queremos ser grandes, importantes ante Él, convirtámonos en servidores de todos; así como el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por todos. No tengamos miedo de acercarnos a quienes han desvalagado como ovejas sin pastor. Dios quiere que su luz, su salvación llegue a quienes viven atrapados por la oscuridad de sus maldades. Pero el Señor no nos quiere cómplices de la maldad, ni indiferentes ante las pobrezas y sufrimientos de nuestro prójimo. Él encendió en nosotros su Luz para que seamos motivos de paz, de alegría, de misericordia y de amor fraterno para nuestro prójimo. Si cumplimos con esta misión, estaremos preparando el camino al Señor no sólo con bellos discursos, sino con actitudes y obras venidas de Dios.

Que el Señor nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir totalmente comprometidos en dar a conocer al Señor a todos mediante una vida íntegra, brotada de la presencia del Señor, a quien hemos acogido en nuestros corazones. Amén.

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Santo Rosario por las Hnas Siervas de los corazones traspasados de Jesús y María Misterios Luminosos - Jueves


Homilías de viva voz por el Padre Nelson Medina,O.P.

(Nota: Haga click en los enlaces para escuchar los audios) 




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