Del Propio de la Fiesta.
29 de diciembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: NO LLORÉIS, MIS OJOS
No lloréis, mis ojos,
Niño Dios, callad;
que si llora el cielo,
¿quién podrá cantar?
Vuestra Madre hermosa,
que cantando está,
llorará también,
si ve que lloráis.
O es fuego o es frío
la causa que os dan:
si es amor, mis ojos,
muy pequeño amáis.
Enjugad las perlas,
nácar celestial;
que si llora el cielo,
¿quién podrá cantar?
Los ángeles bellos
cantan que les dais
a los cielos gloria
y a la tierra paz.
De aquestas montañas
descendiendo van
pastores, cantando
por daros solaz.
Niño de mis ojos,
ea, no haya más;
que si llora el cielo,
¿quién podrá cantar? Amén.
SALMODIA
Ant 1. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.
Ant 2. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Ant 3. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
LECTURA BREVE Hb 1, 1-2
A través de muchas etapas y de muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros antepasados por ministerio de los profetas; en estos tiempos, que son los últimos, nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien ha constituido heredero de todas las cosas y por quien creó los mundos.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
V. Los confines de la tierra la han contemplado.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos a Belén a ver el suceso que nos ha dado a conocer el Señor.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los pastores se dijeron unos a otros: «Vayamos a Belén a ver el suceso que nos ha dado a conocer el Señor.»
PRECES
Ya que Dios en su misericordia nos ha enviado a Cristo, príncipe de la paz, digamos con toda confianza:
Concede, Señor, la paz a todos los hombres.
Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en estos días en que celebramos tu amor que salva a los hombres,
recibe las alabanzas que te tributa la Iglesia.
Tú que desde el principio prometiste que, por Cristo, darías tu victoria a los hombres,
haz que todos los pueblos sean iluminados por la luz del Evangelio.
Para gloria de tu Hijo, cuyo día Abraham contempló lleno de alegría, los patriarcas esperaron, los profetas anunciaron y todos los pueblos desearon,
haz que el pueblo de Israel alcance la salvación.
Tú que quisiste que el nacimiento de tu Hijo fuera anunciado por los espíritus celestiales y celebrado por los apóstoles, los mártires y los fieles de todos los siglos,
concede a la tierra aquella paz que anunciaron los ángeles.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres y que su amor se extienda por toda la tierra, pidamos al Padre que su reino venga a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, Dios invisible, que con la venida de tu Hijo has disipado las tinieblas del mundo, míranos con amor y ayúdanos a celebrar con nuestros cantos y alabanzas la gloria del nacimiento de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Epístola I de San Juan 2,3-11.
Queridos hermanos:
La señal de que lo conocemos, es que cumplimos sus mandamientos.
El que dice: "Yo lo conozco", y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.
Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud. Esta es la señal de que vivimos en él.
El que dice que permanece en él, debe proceder como él.
Queridos míos, no les doy un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, el que aprendieron desde el principio: este mandamiento antiguo es la palabra que ustedes oyeron.
sin embargo, el mandamiento que les doy es nuevo. Y esto es verdad tanto en él como en ustedes, porque se disipan las tinieblas y ya brilla la verdadera luz.
El que dice que está en la luz y no ama a su hermano, está todavía en las tinieblas.
El que ama a su hermano permanece en la luz y nada lo hace tropezar.
Pero el que no ama a su hermano, está en las tinieblas y camina en ellas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas lo han enceguecido.
Salmo 96(95),1-2a.2b-3.5b-6.
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre.
Día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.
No son más que apariencia,
en su presencia hay esplendor y majestad,
en su Santuario, poder y hermosura.
Evangelio según San Lucas 2,22-35.
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor,
como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor.
También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él
y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor.
Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley,
Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
"Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido,
porque mis ojos han visto la salvación
que preparaste delante de todos los pueblos:
luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel".
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él.
Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción,
y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos".
Reflexión:
1Jn. 2, 3-11. Si conocemos a Dios, es decir, si le hemos permitido hacernos suyos; si hemos entrado en una Alianza nueva y eterna, más fuerte y más íntima que la alianza matrimonial; si Él vive en nosotros y nosotros vivimos en Él no podemos dejar de amar como Él nos ha amado, pues por estar en comunión de vida con Él, nosotros hemos de ser amor, como Dios es amor. Por eso, quien no vive en el amor y dice conocer a Dios es un mentiroso. Quien vive pecando camina en las tinieblas; no tiene a Dios por Padre, sino al padre de las tinieblas. Aquel mandato antiguo que decía: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, ha sido superado y puesto frente a nosotros como un mandamiento nuevo, pues el Señor nos ha ordenado amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado a nosotros. Puesto que por medio de la fe y del Bautismo hemos sido consagrados a Dios, unidos a Jesucristo y hechos templo del Espíritu Santo, seamos un signo claro del amor que Dios nos tiene, amando al estilo del amor con que Cristo nos amó a nosotros.
Sal. 96 (95). A Dios dirigimos el canto nuevo que brota de la presencia del Espíritu Santo en nosotros. Desde la venida de Cristo ya no le cantamos a Dios, Él canta desde nosotros, pues nosotros hemos sido unidos a Él como hijos, por vivir en comunión con Cristo Jesús, su Hijo. Y junto con los redimidos la creación entera se convierte en una alabanza del Nombre de Dios. Nuestra vida, convertida en un canto de amor a Dios como Padre nuestro, debe convertirse también en un cántico de amor fraterno mediante el cual alegremos a los pobres y a los necesitados por socorrerlos y ayudarlos a salir de sus limitaciones materiales. Ese anuncio gozoso debe llegar también a los pecadores, los cuales, tratados con el mismo amor con que Cristo busca a la oveja descarriada hasta encontrarla y llevarla sobre sus hombros de vuelta a casa, han de experimentar esa preocupación de Cristo desde quienes creemos en Él. A partir de ese amor puesto en práctica, la Iglesia de Cristo podrá colaborar en la realización de un mundo más justo, más en paz, más fraterno. Entonces realmente habremos contribuido a la alegría de todas las naciones, pues desde la Iglesia fiel a su Señor, todos podrán experimentar las maravillas de la salvación, que se nos ha concedido en Cristo Jesús.
Lc. 2, 22-35. Dios ha cumplido sus promesas de salvación; en Jesús no sólo los Judíos tienen el camino abierto hacia Dios, sino los hombres de todos los tiempos y lugares, pues el Señor vino como luz de las naciones y gloria de su Pueblo Israel. Jesús es el consagrado al Padre, y como tal está dispuesto a hacer en todo su voluntad. María misma, la humilde esclava del Señor, participará también de esa fidelidad amorosa a la voluntad del Padre que le llevará a estar al pié de la cruz, con el alma atravesada por una espada de dolor, pero segura en las manos de Dios, que cumplirá en ella cuanto le fue anunciado. La Iglesia encuentra en María el camino de fidelidad a Dios que es Cristo Jesús, el cual no ha de ser para nosotros motivo de ruina sino de salvación, pues Él no vino para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. Quienes estamos consagrados a Dios por medio del Bautismo, que nos une en la fe a Jesucristo, debemos ser luz para todas las naciones y nunca motivo de condenación, de destrucción, de muerte, de sufrimiento; pues el Señor no nos envió a destruir la paz ni la alegría, sino a construir su Reino de amor a pesar de que en ese empeño tengamos que tomar nuestra propia cruz, ir tras las huellas de Cristo para que, pasando por la muerte, lleguemos junto con Él, a la participación de la Gloria que le corresponde como a Hijo Unigénito de Dios Padre.
Jesús ha sido consagrado al Padre; le pertenece y vive su fidelidad a su voluntad como si de ella se alimentara. Hoy nos hemos reunido para celebrar la Eucaristía, Memorial del amor fiel que el Señor le tiene a su Padre Dios, y del amor que nos tiene a nosotros. A pesar de nuestros pecados Jesús nos ha amado, pues Él ha salido a buscar al pecador no sólo para ofrecerle el perdón de sus pecados, sino para cargarlo sobre sus hombros y para hacerlo participar de la misma Vida y de la misma Gloria que le corresponde como a Hijo Unigénito del Padre Dios. Y en la Eucaristía se realiza esa comunión de vida entre Cristo y nosotros. Por eso debemos acudir a esta celebración no tanto por motivos intrascendentes, sino porque queremos que el Señor esté en nosotros y nosotros en Él y podamos, así, darle un nuevo rumbo a nuestra historia.
Jesucristo ha venido a nosotros. ¿Lo hemos recibido con amor? ¿Lo reconocemos como nuestro Dios y Salvador? Cristo, Luz de las naciones, no sólo ha de iluminar nuestra vida, sino que, por nuestra unión a Él, debemos ser también nosotros luz del mundo. Nuestros padres ya pueden morir en paz cuando vean que aquel compromiso de educarnos en la fe, para que vivamos como hijos de Dios, ha llegado a su cumplimiento en nosotros. Amémonos los unos a los otros como Cristo nos ha amado; pues la perfección consiste en el amor que llega en nosotros a su plenitud. No nos conformemos con llamarnos hijos de Dios, sino que seámoslo en verdad de tal forma que, mediante nuestras buenas obras, manifestemos desde nuestra vida a Aquel que habita en nuestros corazones, pues de la abundancia del corazón habla la boca. Aquel que vive pecando, aquel que se levanta en contra de su hermano para asesinarlo, para perseguirlo, para calumniarlo, para dejarlo morir de hambre, por más que se arrodille ante Dios no puede ser, en verdad, su hijo, pues Dios es amor, y es amor sin límites. Amemos a nuestro prójimo en la forma como el Señor nos ha dado ejemplo, pues cuando anunciemos el Evangelio sólo el amor será digno de crédito.
Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de vivir unidos a Jesús, su Hijo, de tal forma que continuemos su obra de salvación en el mundo por medio de un auténtico amor, comprometido hasta sus últimas consecuencias, colaborando así a la salvación de todos. Amén.
Homiliacatolica.com
Santo Rosario por las Hnas Siervas de los corazones traspasados de Jesús y María Misterios Dolorosos - Martes y Viernes
Homilías de viva voz por el Padre Nelson Medina,O.P.
(Nota: Haga click en los enlaces para escuchar los audios)
Núm. | Datos | Escuchar | Más... |
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1
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1995/12/29
| Los Misterios del Santo Rosario. 00:27:20 | |
2
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1997/12/29
| El amor a Dios y el amor a los hermanos. 00:13:06 | |
3
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1998/12/29
| El Niño perdido en el Templo. 00:17:28 | |
4
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1999/12/29
| La Carne de Jesucristo restaura a la Humanidad. 00:07:08 | |
5
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1999/12/29
| Los seres humanos necesitamos experimentar el amor de gracia, de regalo. 00:21:30 | |
6
|
2001/12/29
| Jesús, Alfa y Omega; punto de partida y de llegada; camino y descanso. 00:07:49 | |
7
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2006/12/29
| En esta vida a uno le toca ver muchas cosas tristes y nos decepcionamos de muchas cosas; pasa el tiempo y a veces uno se decepciona hasta de la propia familia; uno necesita un consuelo, porque falta la alegría y una nueva esperanza. Como Simeón, nadie debe llegar al final de la vida sin haberse encontrado con Jesús, encontrando su descanso. 00:13:05 | |
8
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2010/12/29
| La "luz" en la Primera Carta de Juan no es simplemente un conocimiento más o menos maravilloso; es sobre todo el esplendor de una vida generosa y sin tacha. Así nosotros estamos llamados a iluminar también. Y en esa luz encontraremos nuestro descanso como lo encontró el anciano Simeón. 00:04:11 | |
9
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2010/12/29
| Simeón es la imagen de la esperanza del Antiguo Testamento, que al fin alcanza su plenitud en Jesucristo. Así también la vida humana se llena de sentido en Aquel que ha venido para ser nuestra luz. 00:09:28 | |
10
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2011/12/29
| La Navidad tendrá valor no por lo bien que nos hayamos sentido, o por las muchas cosas que hayamos aprendido, sino porque nuestra vida se vuelve más la vida de Jesús. 00:04:45 | |
11
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2011/12/29
| La novedad del amor cristiano: (1) No depende de retribuición; (2) Hace mayor bien al que ama que al mismo amado; (3) Otorga inteligencia interior de la Escritura. 00:17:55 | |
12
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2012/12/29
| Significado de la Octava de Navidad, e importancia de la Primera Carta de Juan como enseñanza sobre la Encarnación. 00:05:05 | |
13
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2012/12/29
| La Primera Carta de Juan ofrece criterios claros para que uno vea la fe desde lo concreto y desde la vida. 00:07:32 | |
14
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2014/12/29
| En su lenguaje propio, San Juan nos enseña que la vida cristiana plena conlleva la unidad entre el pensar, el querer y el obrar. 00:04:58 | |
15
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2014/12/29
| La paz de Simeón es la armonía profunda del Antiguo y el Nuevo testamento. 00:03:04 | |
16
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2014/12/29
| Cuando San Juan advierte del peligro de "odiar" o de "matar," nos advierte de la gravedad del pecado de no compartir los tesoros de gracia recibidos. 00:14:04 | |
17
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2015/12/29
| Nuestra vida cristiana es verdadera si vivimos y cumplimos los mandamientos, y si servimos amorosamente al prójimo. 00:05:10 |
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