Del Propio del día - Salterio III
18 de diciembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: QUE VIENE CRISTO REPITEN.
Que viene Cristo repiten
con su clamor los profetas,
previniendo que la gracia
de la redención se acerca.
Se anuncia nuestro mañana,
los corazones se alegran,
anunciadores de gloria
miles de voces resuenan.
Fue el primer advenimiento
no de castigo ni de pena,
sino por curar heridas
salvando a quién pereciera.
Mas que ha de venir de nuevo
su venida nos alerta,
a coronar a los justos
y a darles la recompensa.
Luz perenne se nos brinda,
la salvación centellea,
y un resplandor nos convoca
a las mansiones etéreas.
Oh Cristo, anhelamos verte
cual Dios en visión perpetua,
porque este gozo será
bienaventuranza eterna. Amén.
SALMODIA
Ant 1. De Sión vendrá el Señor que ha de reinar: su nombre será Emmanuel.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De Sión vendrá el Señor que ha de reinar: su nombre será Emmanuel.
Ant 2. Perseverad constantes, a vosotros vendrá el auxilio del Señor.
Cántico: LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE GUERRA - Jr 14,17-21
Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.
¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por que nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.
Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.
No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Perseverad constantes, a vosotros vendrá el auxilio del Señor.
Ant 3. Yo miro atento al Señor, espero en Dios, mi salvador.
Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo miro atento al Señor, espero en Dios, mi salvador.
LECTURA BREVE Rm 13, 11b-12
Ya es hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que cuando abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. No dejéis de velar: pronto llegará el Señor, nuestro Dios.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No dejéis de velar: pronto llegará el Señor, nuestro Dios.
PRECES
Roguemos, hermanos, al Señor Jesús, juez de vivos y muertos, y digámosle:
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesucristo, tú que viniste a salvar a los pecadores,
líbranos de caer en la tentación.
Tú que vendrás con gloria para juzgar a tu pueblo,
muestra en nosotros tu poder salvador.
Ayúdanos a cumplir con fortaleza de espíritu los preceptos de tu ley,
para que podamos esperar tu venida sin temor.
Tú que eres bendito por los siglos,
concédenos, por tu misericordia, que llevando ya desde ahora una vida sobria y religiosa esperemos con gozo tu gloriosa aparición.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque Jesucristo mismo nos lo enseñó, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor, que la renovación del misterio de la Navidad de tu Hijo, a la cual nos preparamos, nos libre del antiguo yugo del pecado por el cual estamos oprimidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Libro de Jeremías 23,5-8.
Llegarán los días -oráculo del Señor- en que suscitaré para David un germen justo; él reinará como rey y será prudente, practicará la justicia y el derecho en el país.
En sus días, Judá estará a salvo e Israel habitará seguro. Y se lo llamará con este nombre: "El Señor es nuestra justicia".
Por eso, llegarán los días -oráculo del Señor- en que ya no se dirá: "Por la vida del Señor que hizo subir a los israelitas del país de Egipto",
sino más bien: "por la vida del Señor que hizo subir a los descendientes de la casa de Israel, y los hizo llegar del país del Norte y de todos los países adonde los había expulsado, para que habiten en su propio suelo".
Salmo 72(71),2.12-13.18-19.
Para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud.
Porque él librará al pobre que suplica
y al humilde que está desamparado.
Tendrá compasión del débil y del pobre,
y salvará la vida de los indigentes.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
pues sólo él hace maravillas.
Sea bendito eternamente su Nombre glorioso
y que su gloria llene toda la tierra.
¡Amén! ¡Amén!
Evangelio según San Mateo 1,18-24.
Este fue el origen de Jesucristo:
María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados".
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:
La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros".
Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa,
Reflexión:
Jer. 23, 5-8. El Pueblo pidió a Samuel un rey que los uniera, que los defendiera, que saliera con ellos en las batallas. Y Dios les concedió el cumplimiento de este deseo. Sin embargo esos reyes muchas veces buscaron sus propios intereses, descuidaron al Pueblo de Dios y a lo único que lo precipitaron fue al fracaso y al destierro. Pero las esperanzas del Pueblo continúan puestas en Dios. Él hará suscitar un Rey que los una, y que los encamine no sólo a la posesión de una ciudad terrena, sino a la posesión de los bienes definitivos. Y Dios, llegada la plenitud de los tiempos nos envía a su propio Hijo para reunir, en un sólo Pueblo Santo, a los hijos de Dios que el pecado había dispersado. Y nosotros pertenecemos a este nuevo Pueblo de Dios; nosotros, los que antes no éramos pueblo, ahora somos Pueblo y Familia de Dios. Él es nuestra justicia, el que nos santifica y nos une como hermanos. A nosotros corresponde ser fieles a sus enseñanzas para que seamos un pueblo justo y prudente; fieles en la escucha de la Palabra de Dios y en la puesta en práctica de la misma. Entonces no nos alegraremos de poseer bienes materiales, sino de poseer los bienes eternos, hacia los que nos encaminamos en medio de las realidades terrenas, no esclavizados a ellas, sino sirviéndonos de ellas para vivir sin egoísmos, sin odios, sin divisiones, sabiendo compartir lo nuestro con los más desprotegidos, para que todos podamos llevar una vida digna en la presencia de Dios como hermanos.
Sal 72 (71). Dios, que ha constituido en autoridad a aquellos que están al frente de los pueblos, los ha elegido para que estén al servicio de la verdad y de la justicia, de tal forma que jamás se dejen corromper por los poderosos, sino que rijan a sus pueblos justamente. Si Dios se pone a favor de los débiles y pobres es porque lo hace por medio de aquellos que han recibido autoridad de parte de Dios. La Iglesia de Cristo, en este sentido, debe también ser un signo del amor de Dios y de su preocupación de la defensa de los derechos de los desvalidos. Sin embargo no puede uno decidirse a favor de los más desprotegidos movido por la compasión hacia ellos, pues por encima de la compasión debe regir el verdadero ejercicio de la justicia y de la verdad. Dios ha salido a nuestro encuentro como poderoso Salvador para apiadarse del desvalido y pobre, y salvar la vida al desdichado. Esa es la misma Misión que continúa su Iglesia en el mundo. Actuemos, por tanto, no bajo nuestros criterios, ni conforme a los criterios mundanos, sino conforme a los criterios de Cristo y de su Evangelio.
Mt. 1, 18-24. La Iglesia es la Esposa de Cristo, en la que, día a día, por obra del Espíritu Santo, se va engendrando a Cristo en sus diversos miembros. Muchas veces han surgido divisiones que nos han hecho rechazar a algunos o a muchos de nuestros hermanos. Sin embargo, no en sueños, sino en la Palabra que Dios nos ha dirigido por medio de su propio Hijo, hecho uno de nosotros, nos invita a amarnos los unos a los otros a la altura del amor con que nosotros hemos sido amados por Jesucristo. Al igual que María nosotros hemos de ser dichosos, bienaventurados, no sólo por escuchar la Palabra de Dios, sino por ponerla en práctica. José ve en María la Esposa del Espíritu Santo; ahora él piensa que debe retirarse para no interponerse entre Dios y aquella a la que hasta ahora había considerado su desposada. Pero el Ángel de Dios le indica que debe recibirla en su casa, y hacer las veces de padre respecto al Hijo de María y de Dios. Y José recibe en su casa a su Esposa. Velará por ella y cuidará de aquella que pertenece a Otro. Velará y cuidará del Niño que viene como si fuera su Hijo. Dios nos pide que, como Iglesia, que velemos por aquellos que le pertenecen a Él; que les recibamos como nuestros; que les amemos y procuremos su bien en todo. ¿En verdad cumpliremos con este mandato del Señor de amarnos como hijos del mismo Dios y Padre?
El Señor nos recibe gozosamente en su presencia en esta Celebración Eucarística. Él nos ama; Él jamás ha dejado de amarnos, pues es nuestro Dios y Padre, y no enemigo a la puerta; a pesar de que muchas veces nosotros hayamos vivido lejos de Él, como si consideráramos a Dios como un enemigo nuestro Él no ha desistido de su amor por nosotros. Y nuestra vocación mira hacia aquel día en el que el Señor nos recibirá en su Casa eternamente, pues Él nos creó, no para condenarnos, sino para manifestar en nosotros su amor. La participación en la Eucaristía, sentados junto a Él como hijos, nos hace patente ese amor que Dios nos tiene. Él conoce hasta lo más profundo de nuestro ser; y, a pesar de que somos pecadores, jamás nos ha puesto en evidencia ante los demás, sino que viene a nuestro encuentro para perdonarnos y para purificarnos de todo aquello que nos ha manchado, de tal forma que ante el mundo y ante su Padre Dios seamos presentados santos, puros y dignos. Y todo esto Él lo ha logrado a favor nuestro a través de la entrega de su propia vida. Este es el Misterio de Amor y de Misericordia que estamos celebrando en este momento de gracia en el que estamos participando del Memorial de la Pascua de nuestro Dios y Señor, Cristo Jesús.
No podemos acercarnos a los pecadores y a los pobres sólo con un amor compasivo, para darles algunas manifestaciones de amor fraterno durante el ya próximo tiempo de Navidad. No basta preparar una cena caliente y regalos para ellos. Antes que nada hemos de reflexionar si en verdad los estamos aceptando en nuestro corazón, con un amor que jamás dará marcha atrás. La Iglesia de Cristo no vive su amor al prójimo en algunos momentos o acontecimientos de su existencia, sino siempre. Recibir al prójimo en nuestra casa, que es nuestro corazón, es hacernos responsables de él mediante un auténtico amor fraterno, que brote del amor que Dios ha infundido en nosotros. Aquella pregunta que el Señor le hizo al fratricida Caín: ¿Dónde está tu hermano? no puede recibir, de quienes muchas veces han pisoteado la dignidad de los demás o les han hecho la guerra, o les han perseguido injustamente, la respuesta de aquel asesino de los inicios de la humanidad: ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano? Cristo, a los que creemos en Él, nos quiere totalmente comprometidos con nuestro prójimo con un amor activo, que se convierta en prolongación de aquella forma en que nosotros hemos sido amados por el Hijo de Dios, hecho uno de nosotros.
Roguémosle al Señor que nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de saber amarnos y de vernos como hermanos hasta llegar, juntos, a la posesión de los bienes definitivos que Dios nos ha prometido; pues como nuestro Dios y Padre, lleno de bondad, de amor y de ternura por nosotros, quiere recibirnos eternamente en su Casa para que seamos honrados con el nombre y dignidad de hijos suyos. Amén.
Santo Rosario por las Hnas Siervas de los corazones traspasados de Jesús y María Misterios Dolorosos - Martes y Viernes
Homilías de viva voz por el Padre Nelson Medina,O.P.
(Nota: Haga click en los enlaces para escuchar los audios)
Núm. | Datos | Escuchar | Más... |
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1
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1995/12/18
| Tener los ojos abiertos a las maravillas que obra Dios. 00:15:53 | |
2
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1996/12/18
| El Espíritu Santo consagra la decisión virginal de María y José. 00:04:39 | |
3
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1997/12/18
| La mayor de todas las obras es salvar del abismo del pecado. 00:02:54 | |
4
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1998/12/18
| Tenemos la semilla, pero aguardamos el fruto. 00:26:26 | |
5
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1999/12/18
| Cristo no vino a arreglarnos los problemas. 00:23:25 | |
6
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2001/12/18
| El verdadero lugar que ocupa José en el nacimiento de Jesús. 00:29:15 | |
7
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2009/12/18
| Jesús es descendiente del Rey David, con lo cual se cumple la profecía, por José, su padre. El Espíritu Santo bendice el amor virginal de José y María, haciéndolos padres virginales de Jesús. 00:25:20 | |
8
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2010/12/18
| Si David es el gran punto de referencia sobre cómo reina Dios, es en Cristo y sólo en Cristo donde acontece plenamente el poder compasivo de Dios, y su Reino. 00:04:06 | |
9
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2012/12/18
| El Espíritu Santo no suplanta a José, sino que bendice y hace fecundo el amor virginal de José y María. 00:04:26 | |
10
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2013/12/18
| En un tiempo de densa oscuridad, Jeremías debe mostrar que el sufrimiento tiene un sentido y abre a una esperanza mejor. 00:05:19 | |
11
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2014/12/18
| Se piensa que Jeremías sólo denunciaba desastres pero en el fondo de su mensaje hay la conciencia de que algo debe terminar porque algo nuevo está por nacer. 00:05:56 | |
13
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2014/12/18
| Yeshúa (Jesús) significa: Dios salva; y es verdad: él nos rescata del poder de los pecados pasados, presentes y futuros. 00:07:27 | |
14
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2015/12/18
| Pidamos la intercesión de San José para que los hombres de este tiempo sean sobre todo humildes, obedientes y fieles al plan de Dios y a su Palabra. 00:04:53 |
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