De la Feria. Salterio I
24 de septiembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CRECE LA LUZ BAJO TU HERMOSA MANO.
Crece la luz bajo tu hermosa mano,
Padre celeste, y suben
los hombres matutinos al encuentro
de Cristo Primogénito.
El hizo amanecer ante tus ojos
y enalteció la aurora,
cuando aún no estaba el hombre sobre el mundo
para poder cantarla.
El es principio y fin del universo,
y el tiempo, en su caída,
se acoge al que es la fuerza de las cosas
y en él rejuvenece.
Él es quien nos reanima y fortalece,
y hace posible el himno
que, ante las maravillas de tus manos,
cantamos jubilosos.
He aquí la nueva luz que asciende y busca
su cuerpo misterioso;
he aquí, en la claridad de la mañana,
el signo de tu rostro.
Envía, Padre eterno, sobre el mundo
el soplo de tu Hijo,
potencia de tu diestra y primogénito
de todos los que mueren. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Salmo 56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Ant 2. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Cántico: FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO Jr 31, 10-14
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño;
porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos,
y mi pueblo se saciará de mis bienes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Ant 3. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
Salmo 47 - HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:
el monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.
Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos;
allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.
Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.
¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.
Dad la vuelta en torno a Sión,
contando sus torreones;
fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,
para poder decirle a la próxima generación:
«Este es el Señor, nuestro Dios.»
Él nos guiará por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
LECTURA BREVE Is 66,1-2
Así dice el Señor: «El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies: ¿Qué templo podréis construirme? ; ¿o qué lugar para mi descanso? Todo esto lo hicieron mis manos, todo es mío -oráculo del Señor-. En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.»
RESPONSORIO BREVE
V. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
V. Guardaré tus leyes.
R. Respóndeme, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.
PRECES
Demos gracias a Cristo que nos ha dado la luz del día y supliquémosle diciendo:
Bendícenos y santifícanos, Señor.
Tú que te entregaste como víctima por nuestros pecados,
acepta los deseos y las acciones de este día.
Tú que nos alegras con la claridad del nuevo día,
sé tú mismo el lucero brillante de nuestros corazones.
Haz que seamos bondadosos y comprensivos con los que nos rodean
para que logremos así ser imágenes de tu bondad.
En la mañana haznos escuchar tu gracia
y que tu gozo sea hoy nuestra fortaleza.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Fieles a la recomendación del salvador, digamos llenos de confianza filial:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, humildemente acudimos a ti, al empezar el día, a media jornada y al atardecer, para pedirte que, alejando de nosotros las tinieblas del pecado, nos hagas alcanzar la luz verdadera que es Cristo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Jueves de la vigésima qunita semana del tiempo ordinario
Libro de Ageo 1,1-8.
En el segundo año del rey Darío, el primer día del sexto mes, la palabra del Señor fue dirigida, por medio del profeta Ageo, a Zorababel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá y a Josué, hijo de Iehosadac, el Sumo Sacerdote, en estos términos:
Así habla el Señor de los ejércitos: Este pueblo dice: "Todavía no ha llegado el momento de reconstruir la Casa del Señor".
Y la palabra del Señor llegó, por medio del profeta Ageo, en estos términos:
¿Es este acaso el momento de que ustedes vivan en sus casas revestidas de madera, mientras esta Casa está en ruinas?
Ahora bien, así habla el Señor de los ejércitos: ¡Consideren la situación en que se encuentran!
Ustedes han sembrado mucho, pero han cosechado poco; han comido, pero no se han saciado; han bebido, pero no han apagado su sed; se han vestido, pero no se han abrigado; y el asalariado ha puesto su jornal en saco roto.
a Así habla el Señor de los ejércitos:
Suban a la montaña traigan madera y reconstruyan la Casa; yo la aceptaré gustoso y manifestaré mi gloria, dice el Señor. ¡Consideren la situación en que se encuentran!
Salmo 149(148),1-2.3-4.5-6a.9b.
Canten al Señor un canto nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que Israel se alegre por su Creador
y los hijos de Sión se regocijen por su Rey.
Celebren su Nombre con danzas,
cántenle con el tambor y la cítara,
porque el Señor tiene predilección por su pueblo
y corona con el triunfo a los humildes.
Que los fieles se alegren por su gloria
y canten jubilosos en sus fiestas.
Glorifiquen a Dios con sus gargantas;
ésta es la victoria de todos sus fieles.
Evangelio según San Lucas 9,7-9.
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado".
Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado".
Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo.
En el segundo año del rey Darío, el primer día del sexto mes, la palabra del Señor fue dirigida, por medio del profeta Ageo, a Zorababel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá y a Josué, hijo de Iehosadac, el Sumo Sacerdote, en estos términos:
Así habla el Señor de los ejércitos: Este pueblo dice: "Todavía no ha llegado el momento de reconstruir la Casa del Señor".
Y la palabra del Señor llegó, por medio del profeta Ageo, en estos términos:
¿Es este acaso el momento de que ustedes vivan en sus casas revestidas de madera, mientras esta Casa está en ruinas?
Ahora bien, así habla el Señor de los ejércitos: ¡Consideren la situación en que se encuentran!
Ustedes han sembrado mucho, pero han cosechado poco; han comido, pero no se han saciado; han bebido, pero no han apagado su sed; se han vestido, pero no se han abrigado; y el asalariado ha puesto su jornal en saco roto.
a Así habla el Señor de los ejércitos:
Suban a la montaña traigan madera y reconstruyan la Casa; yo la aceptaré gustoso y manifestaré mi gloria, dice el Señor. ¡Consideren la situación en que se encuentran!
Salmo 149(148),1-2.3-4.5-6a.9b.
Canten al Señor un canto nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que Israel se alegre por su Creador
y los hijos de Sión se regocijen por su Rey.
Celebren su Nombre con danzas,
cántenle con el tambor y la cítara,
porque el Señor tiene predilección por su pueblo
y corona con el triunfo a los humildes.
Que los fieles se alegren por su gloria
y canten jubilosos en sus fiestas.
Glorifiquen a Dios con sus gargantas;
ésta es la victoria de todos sus fieles.
Evangelio según San Lucas 9,7-9.
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado".
Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado".
Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo.
Ag. 1, 1-8. No sólo nos hemos de preocupar de que el lugar de culto sea digno; sino que, especialmente, nos hemos de preocupar de ser nosotros mismos una digna morada del Señor, ya que Él habita en nosotros como en un templo. Cuando uno mismo busca sólo sus propios intereses, está provocando la pobreza y miseria de los demás. Si en verdad dejamos que el Señor tome posesión de nuestra vida, Él se convertirá en luz que ilumine, desde nosotros, el caminar de quienes nos rodean. Tratemos, por eso, de darle cabida a Dios en nosotros, pues Él mismo, nos envió a su propio Hijo para que nuestras viejas ruinas de maldad y de muerte desaparecieran y surgiera una humanidad nueva, capaz de vivir y caminar en el amor. Ojalá y no nos aferremos a todo aquello que en lugar de renovarnos nos destruye y nos hace vivir encerrados en nuestro egoísmo, incapaces de contemplar a nuestro prójimo en su dolor para tenderle la mano y generar, así, una vida más justa y más digna. Que la Iglesia sea signo de unidad, de paz y de amor fraterno. Esa es nuestra misión; vivámosla con gran responsabilidad.
Sal 149. Por medio de Cristo Jesús Dios ha descubierto su santo brazo para vencer a aquel que nos había retenido bajo la esclavitud del pecado. Por eso nosotros, no sólo le vivimos agradecidos, sino que vivimos y caminamos en la fidelidad a sus enseñanzas. Aún en el lecho proclamamos su amor fiel hacia nosotros. Enviados a proclamar su Evangelio para invitar a todos a la conversión y a su unión con el Señor, nos revestimos de Cristo usando el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, Palabra viva, eficaz y más cortante que una espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta lo más profundo del ser y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Por eso, debemos ser conscientes de que, en la proclamación del Evangelio y en nuestra lucha contra el mal, no vamos a nombre propio, sino a Nombre del Señor y con el Poder que nos viene de Él.
Lc. 9, 7-9. ¿Buscamos a Jesús y queremos verlo para comprometernos con Él, o sólo le buscamos por curiosidad? Sobre su identidad podemos dar una y mil respuestas y verter miles de conceptos conforme a lo que de Él hemos oído o leído. Muchos hablan bien o mal de Él. Sin embargo esto no es lo más importante, sino la actitud que nos lleva a Él. Todos sus beneficios, su amor por nosotros deben cuestionarnos acerca de si en verdad creemos en Él y le seguimos como discípulos, o simple y sencillamente queremos sentirnos a gusto por haber realizado en su presencia algunos actos de piedad y sentir que hemos recibido su consuelo, pero no se ha hecho huésped de nuestra vida. Herodes, antes de la pasión, finalmente se encontrará con Jesús y lo tomará como un loco y se burlará de Él. Ojalá y no busquemos al Señor para hacer de Él sólo un juguete en nuestra vida. Busquémoslo para encontrarnos con Aquel que le ha de dar un nuevo rumbo a nuestra historia, si es que en verdad somos capaces de escuchar su Palabra y ponerla en práctica.
En esta Celebración Eucarística tenemos la dicha de contemplar a Jesús con todo su amor hacia nosotros. Tenemos la dicha de escuchar su Palabra, mediante cuyo cumplimiento manifestaremos que se ha hecho realidad en nosotros la salvación que Dios nos ofrece. En el gesto de la Paz comenzamos a vivir aquella realidad de hermanos que nos lleva a invocar a Dios como Padre nuestro. Ojalá y no hayamos venido movidos por otra cosa que no sea sólo el de estar con el Señor para que, habitando en nosotros, vayamos a nuestras labores diarias siendo portadores de la vida y no de la muerte; que vayamos empapados en el amor fraterno de tal forma que, al buscar a nuestro prójimo no queramos encontrarnos con él para despreciarlo o entregarlo a la muerte, sino para salvarlo dando incluso, si es necesario, nuestra vida por él.
¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra que abrió su boca para recibirla. El fantasma de la maldad del hombre le persigue, pues al levantarse contra su propio hermano y acabar con Él, su conciencia constantemente le reclamará el no haber procedido con la rectitud requerida que reclama el respeto y el amor fraterno. Herodes, preocupado por la posible resurrección de Juan el Bautista, trata de apagar ese reclamo de su conciencia negando lo que otros rumorean, como si con eso pudiese recobrar la paz interior. Jesús, que ha querido quedarse entre nosotros por medio de su Iglesia, ha de seguir actuando en la historia por medio de ella, de tal forma que, a pesar de ser perseguida, jamás dé marcha atrás en la misión que se le ha confiado. La Iglesia ha de ser signo de la Vida de Dios entre nosotros, y signo de unión fraterna. Dios nos quiere no como curiosos inútiles en su presencia, sino como apóstoles que proclamen su Nombre sin cobardías. Jesús, muerto y resucitado, sigue vivo también en su Iglesia; y todos han de reconocer que en verdad Él sigue haciendo el bien a todos. Esta es la responsabilidad que tenemos quienes hemos depositado nuestra fe en Él.
Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de ser fieles a la fe que hemos depositado en Jesús, su Hijo y Señor nuestro. Amén.
www.homiliacatolica.com
Santo Rosario por las Hnas Siervas de los corazones traspasados de Jesús y María Misterios Luminosos - Jueves
Homilías de viva voz por el Padre Nelson Medina,O.P.
(Nota: Haga click en los enlaces para escuchar los audios)
Núm. | Datos | Escuchar | Más... |
---|---|---|---|
1
|
1997/09/25
| Una nueva generosidad. 00:10:06 | |
2
|
1999/09/23
| Jesús no es nuestra distracción. 00:08:28 | |
3
|
2011/09/22
| El profeta Ageo nos recuerda que si Dios no va de primero, nada sigue después. 00:04:19 | |
4
|
2011/09/22
| El pesimismo, el individualismo y la incredulidad nos tientan cuando somos parte de un pueblo que lucha por sobrevivir o volver a empezar. Ageo es fuerza de Dios en tales momentos. 00:18:49 | |
5
|
2013/09/26
| Ageo recuerda a todos que nuestras limitaciones de recursos o de ánimo no le pueden quitar el primer puesto a Dios. 00:04:58 | |
6
|
2015/09/24
| La historia de la salvación es nuestra historia, es lo que Dios ha hecho por nosotros, es la manera como se nos ha revelado y como nos ha enseñado su lenguaje. 00:05:45 |
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