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viernes, 18 de septiembre de 2015

"En tu presencia cada día" para el viernes 18 de septiembre 2015

VIERNES DE LA SEMANA XXIV
De la Feria. Salterio IV

18 de septiembre 


LAUDES
(Oración de la mañana)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO
Ant. El Señor es bueno, bendecid su nombre. 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: POR EL DOLOR CREYENTE QUE BROTA DEL PECADO.
Por el dolor creyente que brota del pecado,
por no haberte querido de todo corazón,
por haberte, Dios mío, tantas veces negado,
con súplicas te pido, de rodillas, perdón.

Por haberte perdido, por no haberte encontrado,
porque es como un desierto nevado mi oración;
porque es como una hiedra sobre el árbol cortado
el recuerdo que brota cargado de ilusión,

Porque es como la hiedra, déjame que te abrace,
primero amargamente, lleno de flor después,
y que a ti, viejo tronco, poco a poco me enlace,
y que mi vieja sombra se derrame a tus pies. Amén

SALMODIA
Ant 1. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con Espíritu firme.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con Espíritu firme.

Ant 2. Alégrate, Jerusalén, porque en ti serán congregados todos los pueblos.

Cántico: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA LIBERACIÓN DEL PUEBLO - Tb 13, 10-15. 17-19
Anuncien todos los pueblos sus maravillas
y alábenle sus elegidos en Jerusalén,
la ciudad del Santo;
por las obras de tus hijos te azotará,
pero de nuevo se compadecerá
de los hijos de los justos.

Confiesa dignamente al Señor
y bendice al Rey de los siglos,
para que de nuevo sea en ti
edificado su tabernáculo con alegría,
para que alegre en ti a los cautivos
y muestre en ti su amor hacia los desdichados,
por todas las generaciones y generaciones.

Brillarás cual luz de lámpara
y todos los confines de la tierra vendrán a ti.
Pueblos numerosos vendrán de lejos
al nombre del Señor, nuestro Dios,
trayendo ofrendas en sus manos,
ofrendas para el rey del cielo.

Las generaciones de las generaciones
exultarán en ti.
Y benditos para siempre todos los que te aman.

Alégrate y salta de gozo por los hijos de los justos,
que serán congregados,
y al Señor de los justos bendecirán.

Dichosos los que te aman;
en tu paz se alegrarán.
Dichosos cuantos se entristecieron por tus azotes,
pues en ti se alegrarán
contemplando toda tu gloria,
y se regocijarán para siempre.

Bendice, alma mía, a Dios, rey grande,
porque Jerusalén con zafiros y esmeraldas
será reedificada,
con piedras preciosas sus muros
y con oro puro sus torres y sus almenas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Alégrate, Jerusalén, porque en ti serán congregados todos los pueblos.

Ant 3. Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra.

Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sión, alaba a tu Dios, que envía su mensaje a la tierra.

LECTURA BREVE   Ga 2, 19b-20
Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mi. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

RESPONSORIO BREVE
V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.

V. Desde el cielo me enviará la salvación.
R. El Dios que hace tanto por mí.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto.

PRECES
Confiados en Dios, que cuida con solicitud de todos los que ha creado y redimido con la sangre de su Hijo, invoquémosle diciendo:

Escucha, Señor, y ten piedad.

Dios misericordioso, asegura nuestros pasos en el camino de la verdadera santidad,
y haz que busquemos siempre cuanto hay de verdadero, noble y justo.

No nos abandones para siempre, por amor de tu nombre
no olvides tu alianza con nosotros.

Con alma contrita y espíritu humillado te seamos aceptos,
porque no hay confusión para los que en ti confían.

Tú que has querido que participáramos en la misión profética de Cristo,
haz que proclamemos ante el mundo tus maravillas.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Dirijámonos al Padre, con las mismas palabras que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro...

ORACION
Te pedimos, Señor, tu gracia abundante, para que nos ayude a seguir el camino de tus mandatos, y así gocemos de tu consuelo en esta vida y alcancemos la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

ONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.


Viernes de la vigésima cuarta semana del tiempo ordinario


Primera Carta de San Pablo a Timoteo 6,2c-12. 
Y si sus dueños son creyentes, que no los respeten menos por el hecho de ser hermanos. Al contrario, que pongan mayor empeño en servirlos, porque así benefician a hermanos queridos en la fe. Enseña todo esto, e insiste en ello.
Si alguien enseña otra cosas y no se atiene a los preceptos saludables de nuestro Señor Jesucristo, ni a la doctrina que es conforme a la piedad,
es un ignorante y un orgulloso, ávido de discusiones y de vanas polémicas. De allí nacen la envidia, la discordia, los insultos, las sospechas malignas
y los conflictos interminables, propios de hombres mentalmente corrompidos y apartados de la verdad, que pretenden hacer de la piedad una fuente de ganancias.
Sí, es verdad que la piedad reporta grandes ganancias, pero solamente si va unida al desinterés.
Porque nada trajimos cuando vinimos al mundo, y al irnos, nada podremos llevar.
Contentémonos con el alimento y el abrigo.
Los que desean ser ricos se exponen a la tentación, caen en la trampa de innumerables ambiciones, y cometen desatinos funestos que los precipitan a la ruina y a la perdición.
Porque la avaricia es la raíz de todos los males, y al dejarse llevar por ella, algunos perdieron la fe y se ocasionaron innumerables sufrimientos.
En lo que a ti concierne, hombre Dios, huye de todo esto. Practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad.
Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en presencia de numerosos testigos.

Salmo 49(48),6-7.8-10.17-18.19-20. 
¿Por qué voy a temer
en los momentos de peligro,
cuando me rodea la maldad de mis opresores,
de esos que confían en sus riquezas

y se jactan de su gran fortuna?
No, nadie puede rescatarse a sí mismo
ni pagar a Dios el precio de su liberación,
el precio de su rescate es demasiado caro,

y todos desaparecerán para siempre.
para poder seguir viviendo eternamente
sin llegar a ver el sepulcro:
No te preocupes cuando un hombre

se enriquece
o aumenta el esplendor de su casa:
cuando muera, no podrá llevarse nada,
su esplendor no bajará con él.

Aunque en vida se congratulaba, diciendo:
“Te alabarán porque lo pasas bien”,
igual irá a reunirse con sus antepasados,
con esos que nunca verán la luz.

Evangelio según San Lucas 8,1-3. 
Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce
y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes. 

LECTURAS: 1TIM 6, 2-12; SAL 48; LC 8, 1-3

1Tim. 6, 2-12. Debemos ser leales al Señor en todo; de tal forma que el mensaje de salvación no sufra acomodos según nuestros interese o criterios; tampoco es válido hacer una relectura de la Palabra de Dios para hacerla decir lo que yo quiero conforme a mi ideología. Eso sería tanto como caer en el orgullo que me impide caminar con la Iglesia, para hacer mi propio camino, mi propia iglesia, paralela a la fundada por y en Cristo y sus apóstoles. Llevar a cabo la obra de Dios, proclamar su Evangelio, no puede verse como ocasión para que nosotros saquemos partido económico o de prestigio, pues esto en lugar de llevarnos a la salvación nos llevaría a la ruina y a la perdición. Si en verdad somos hombres de fe en Cristo, seamos leales a Él y a su Evangelio viviendo con rectitud, piedad, fe, amor, paciencia y mansedumbre. Que nuestra única recompensa sea vivir unidos a Cristo, aún cuando despreciados por todos y sin apoyos económicos. El Señor, que vela por nosotros, estará siempre a nuestro lado para que, convertidos en fieles testigos suyos, seamos también un testimonio del cuidado que Dios tiene de sus hijos, cuando, al buscar primero el Reino de Dios y su justicia, saben que Dios velará por ellos como un Padre amoroso que cuida de sus hijos.

Sal. 48. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si al final pierde su vida? Ante Dios no cuentan nuestras riquezas, ni el poder que hayamos adquirido aquí en la tierra en el aspecto político o religioso. Somos siervos, y al final, después de haber cumplido fielmente con aquello que se nos confió, lo único que podremos decir es: sólo somos siervos inútiles; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer. Sólo aquel que, identificado con Cristo, sabe administrar el poder, el dinero, los bienes materiales, para que los más desprotegidos no se nos mueran de hambre o de sed o por alguna enfermedad, podrá decir que pasó, ya desde este mundo, manifestando su amor a Dios mediante su servicio amoroso al prójimo. Entonces el Padre Dios podrá decir de nosotros: Tú eres mis hijo amado, en quien tengo puestas mis complacencias. Entonces Cristo podrá decirnos: Muy bien, siervo bueno y fiel; entra a tomar parte en el gozo de tu Señor.

Lc. 8, 1-3. ¡Qué compañía llevaba Jesús en su recorrido por ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios! Tal vez aquel mandato que dio Jesús al que había sido exorcizado en Geraza, podría aplicarse muy bien a quienes acompañaban a Cristo: Ve a los tuyos, y dales testimonio de lo misericordioso que ha sido el Señor para contigo. Quien, a pesar de sus miserias pasadas, ha sido llamado a ir tras de Jesús y convertirse en apóstol suyo, no puede gloriarse sólo de la amistad, sino especialmente de la misericordia de Dios. Así sabrá que no va a los demás con la sabiduría humana, sino con el poder de Dios y con el testimonio de una vida que ha sido amada por Aquel que vino a salvar a los pecadores, de los cuales, cada uno puede decir: yo soy el primero. El Señor quiere que nos sólo proclamemos el Evangelio con los labios, sino que quienes tienen recursos suficientes para vivir, no cierren los ojos ante las miserias de los más desprotegidos, y que sepan que acompañar a Cristo significa también socorrerle en los pobres, en los necesitados, en los desprotegidos.

El Señor nos ha convocado en esta Eucaristía para hacernos participar de la riqueza de su vida, de su amor, de su paz. Él no quiere que en adelante vivamos como los ignorantes que no conocen a Dios. Si Él nos ha perdonado y nos ha comunicado su vida, es porque quiere que vivamos también siendo portadores del perdón, de la misericordia de Dios para todos y que les ayudemos a encontrarse con el Señor para disfrutar de su Vida.

Por eso, quienes hemos experimentado su amor y su misericordia, hemos de ir a los nuestros, no sólo para hablarles de lo bueno que el Señor ha sido para con nosotros, sino para hacer con ellos lo mismo que el Señor hizo a favor nuestro. Por eso no podemos condenar a nadie; no podemos escandalizar a nadie; no podemos convertirnos en destructores de la vida, de la esperanza de los demás. Si en verdad creemos en Cristo hemos de proclamar la Buena Nueva del Señor conforme lo aprendimos de Él: haciéndonos cercanía para todos, tendiéndoles la mano a los pobres; liberando a quienes ha encadenado el pecado. Sólo así, libres de sus siete demonios como lo hemos sido nosotros, podrán también ellos no sólo vivir unidos al Señor en alianza de amor, sino también abrirán sus ojos y su corazón ante los que sufren azotados por la enfermedad o por la pobreza y no pasarán de largo ante sus miserias y sufrimientos.

Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, la gracia de ser auténticos testigos del amor misericordioso de Dios para nuestros hermanos, para que, disfrutando, no sólo de los bienes pasajeros, sino de los bienes eternos, anticipemos ya desde ahora el gozo de la Gloria que el Señor quiere comunicar a todos los que Él ama, aun cuando pareciera que viven lejos de Él, y que a nosotros nos ha confiado la misión de hacérselos cercanos. Amén.

www.homiliacatolica.com


Santo Rosario por las Hnas Siervas de los corazones traspasados de Jesús y María Misterios Dolorosos - Martes y Viernes

Homilías de viva voz por el Padre Nelson Medina,O.P.(Nota: Haga click en los enlaces para escuchar los audios)

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